Tendencias económicas y laborales en América Latina y el Caribe
Tras una serie de crisis sin precedentes en América Latina y el Caribe, la región más golpeada económicamente por la pandemia mundial, aunado a los problemas estructurales preexistentes, los países deben identificar las nuevas tendencias económicas y laborales para actuar en pro de la recuperación pospandemia.
El Banco Mundial presentó el Informe Perspectivas Económicas Mundiales: América Latina y el Caribe (ALC) a enero de 2021, en el cual destaca que el crecimiento económico de la región será de 3.7 % en 2021, impulsado por: 1) las iniciativas para controlar la pandemia; 2) las campañas de distribución de vacunas; 3) la estabilización de los precios de los principales productos básicos; y 4) mejoramiento de las condiciones externas.
La región de América Latina y el Caribe, tras una caída de la actividad económica en -6.9% en 2020, iniciará un proceso de recuperación en 2021: 1) Argentina 4.9%; 2) Belice 6.9%; 3) Bolivia 3.9%; 4) Brasil 3.0%; 5) Chile 4.2%; 6) Colombia 4.9%; 7) Costa Rica 2.6%; 8) Dominica 1.0%; 9) República Dominicana 4.8%; 10) Ecuador 3.5%; 11) El Salvador 4.6%; 12) Granada 3.0%; 13) Guatemala 3.6%; 14) Guyana 7.8%; 15) Haití 1.4%; 16) Honduras 3.8%; 17) Jamaica 4.0%; 18) México 3.7%; 19) Panamá 5.1%; 20) Paraguay 3.3%; 21) Perú 7.6%; 22) Santa Lucía 8.1%; 23) San Vicente y las Granadinas 0.0%; y 24) Uruguay 3.4%. Los países que seguirán con decrecimiento son Nicaragua -0.9% y Surinam -1.9%.
De acuerdo a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), ALC fue la región más golpeada por la pandemia en términos sanitarios y económicos a nivel mundial, sumándose a una serie de problemas estructurales preexistentes, tales como: 1) falta de competitividad; 2) restricciones externas; 3) aumento de la desigualdad; y 4) problemas de deterioro medioambiental.
El organismo cepalino informa de los saldos económicos, laborales y sociales en la región de ALC tras la pandemia: 1) el PIB per cápita cayó en -9.9%; 2) la pobreza crecería en 208 millones, con 78 millones de personas viviendo en pobreza extrema; 3) las exportaciones caerían -14.0%; 4) el desempleo llegaría a 10.7%, con una tasa de informalidad laboral de 54%; y 5) 40 millones de hogares sin acceso a internet.
El Fondo Monetario Internacional presentó el estudio “Redefinición: La pandemia está acelerando la transición hacia un trabajo más informal y precario” (Dewan y Ernst, 2020), en el cual destacan que los acelerados cambios demográficos y tecnológicos están aumentando la precariedad laboral, pero generando nuevas oportunidades laborales.
El análisis del organismo internacional hace hincapié en cuatro preceptos para solucionar la situación del trabajo informal y precario: 1) las autoridades gubernamentales deben reconocer que la búsqueda incansable del crecimiento económico no generará empleos de manera automática; 2) los gobiernos deben rechazar la idea de que “cualquier empleo es mejor que no tener trabajo”.
3) Los cambios disruptivos en tecnología y en los factores demográficos de las economías en desarrollo exigen inversiones en reformas y modernizaciones del capital humano con el fin de educar y capacitar de manera adecuada a los jóvenes para que mejoren sus posibilidades de empleo; y 4) un interés miope en impulsar la eficiencia en lugar de generar resiliencia deja vulnerables a las economías.
En conclusión, para hacer frente a las nuevas tendencias laborales en pro de la recuperación económica será indispensable: 1) analizar el comportamiento futuro del mercado laboral considerando
los cambios demográficos y tecnológicos; 2) determinar las nuevas habilidades y competencias laborales, tales como el pensamiento crítico-analítico, el aprendizaje activo, la tolerancia al estrés, la resiliencia y la flexibilidad; y 3) identificar la demanda futura de profesiones y oficios.