‘Un mejor lugar para vivir’
En 2009, a mis cortos 11 años de edad, me mudé a Hermosillo proveniente de Culiacán, Sinaloa, con la esperanza de una vida mejor. Adaptarme no fue tan difícil porque solía venir de vacaciones a visitar a mis familiares, pero siempre te encuentras con el típico niño de la primaria que busca cualquier cosa para hacerte sentir mal, en mi caso, el acento.
También hubo cosas buenas. Lo que más me gustó del cambio fue que los días festivos, como Navidad y Año Nuevo, eran muy diferentes aquí. No tenía que estar encerrada y alejada de las ventanas con el miedo de que una bala 'perdida' atravesara los cristales. Hasta los 15 años pude divertirme esos días viendo fuegos artificiales desde la calle, con total libertad.
Hace poco más de un año y medio ocurrió el "culiacanazo". Los mensajes no dejaban de llegar, mis tíos se pedían entre ellos no salir, no pasar por tal calle y evitar tal colonia. Y en mi casa lo
único que nos preguntábamos era: ¿ya hablaste con 'fulanita'?, ¿ya te contestó 'menganita'?, ¿está bien 'sutanita'?.. Pero ver los videos que circularon en WhatsApp fue lo peor. Me senté a repensar mi vida en Hermosillo y a llorarle a lo que estaba pasando en mi ciudad, a la imparable violencia en la que está hundida.
A finales de 2020 comencé a trabajar dentro del ámbito periodístico, uno de mis sueños hecho realidad. Introducirme y aprender de este mundo me encantó, pero los primeros días no me acercaba a las noticias fuertes (violaciones, muertos, ataques armados) porque les tenía miedo; me parecían cosas muy delicadas de tocar y no las sabía manejar, pero me tuve que acostumbrar.
Y fue rápido. Sonora también es violenta, pero no me daba cuenta. En mi área de trabajo recibo notas periodísticas de muertos a diario, de hombres y mujeres levantados, desaparecidos, de ataques armados, de pedófilos que violan a sus hijastras, a niños; de grupos de búsqueda que encuentran cuerpos destrozados, quemados, irreconocibles.
Hermosillo y todo Sonora es muy similar. Culiacán se hizo famosa, e incluso una moda, por los narcos y sus lujos, pero ahora este Estado tiene al cuarto municipio más violento del mundo.
Ahora no sólo me percato de las malas noticias a nivel mundial, también escribo sobre ellas y colaboro para que la comunidad se entere de la realidad. Ahora sé que en todo lugar es igual, pero que en algunas partes las balas suenan más fuerte. Ahora, tristemente, ya no sé dónde no da miedo vivir.
La autora es Licenciada en Literaturas Hispánicas y trabaja en Expreso.