V de Verdad
Alan Moore es uno de los escritores de cómics más conocidos y legendarios del medio.
Ha escrito algunos de las novelas gráficas con más influencia de toda la historia, incluso han llegado a ser consideradas de las mejores obras de la literatura moderna.
Moore utiliza elementos conocidos de los géneros de la ciencia ficción, la fantasía, los superhéroes y la acción para realizar un fuerte comentario social.
“Watchmen”, “Desde el Infierno”, “Promethea”, “Batman: La Broma Mortal” y “Las Chicas Perdidas” son tan sólo algunos ejemplos de su impactante trabajo.
Sin embargo, no fue hasta 1982 que Moore publicaría lo que muchos consideran su novela más compleja y controversial, la obra que gana más y más relevancia conforme pasan los años: “V de Venganza”.
Situada en un Londres en medio de un futuro distópico (más que ligeramente inspirada en aquél visto en la novela de George Orwells “1984”) en la que los medios de comunicación, la libertad de expresión e incluso las horas en las que los ciudadanos tienen permitido salir son estrictamente dictados por el Gobierno, mientras que la Policía adopta un papel de milicia, por lo que los agentes abusan de su poder.
Ante esto, surge la misteriosa figura del justiciero titular: V, un anarquista que utiliza una máscara de Guy Fawkes y lidera una revolución contra el fascismo del Gobierno.
Moore, voluntariamente, incorporó elementos ambiguos que hicieran al lector cuestionarse la virtud moral y el carácter de V, obligándolos a preguntarse si realmente éste se trataba de un héroe o un simple demente.
Y más importante aún, si esto realmente importaba.
A través de sus métodos, V inspiró a los ciudadanos a alzar su voz, no quedarse conformes ante la injusticia y demandar un cambio.
Y este debate se ha trasladado más allá de la página y en la actualidad.
La icónica máscara portada por el personaje se ha vuelto un símbolo y sinónimo de rebelión, y es prácticamente imposible no ver aunque sea a una persona portándola en cualquier tipo de manifestación.
Y del mismo modo, es imposible que en dichas manifestaciones no surja esta pregunta: ¿es necesario?
Entendemos que una mujer no puede salir de su casa en México sin preguntarse si regresará viva, pero ¿es necesario vandalizar monumentos?
Sabemos que una persona de color no puede ser detenida por la Policía en Estados Unidos sin preguntarse si está a punto de decir sus últimas palabras, pero ¿es necesario las marchas y protestas contra la Policía?
Después de todo, estas son solamente las acciones de unos cuantos y no representan a todo un sistema, ¿no es así?
El texto de Moore nos demuestra que estas actitudes, el querer voltear la otra mejilla y confiar en la bondad de dicho sistema, fortifican un sistema que continuará aprovechándose del débil, el oprimido, el gobernado.
Moore nos hablaba sobre cómo un individuo puede ser cuestionable, pero un símbolo da fuerza.
Y la esperanza por el cambio yace en las acciones que los gobernados toman para ser escuchados por su Gobierno.
Como un sonriente espadachín una vez dijo:
“El conocimiento, como el aire, es esencial para la vida. Y como el aire, jamás deberá prohibírsele a nadie”.
El autor es crítico de cine.
pablobeal08@gmail.com