Ver a las personas
El 3 de diciembre se conmemora el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, establecido por la ONU para promover sus derechos y bienestar. Revisando qué había de nuevo en redes sociales, encontré en Instagram y Facebook, la fotografía de una madre con su bebé dormido en brazos. Sentí mucha ternura, me hizo sonreír.
La mamá de este niñito compartió además un texto breve, donde explicó que cuando veía a su hijo, no veía al síndrome de Down, sino a un ser humano lleno de energía, felicidad y amor por la vida.
Además que su deseo era que los ojos del mundo lograran ver a las personas y no a la discapacidad. Su texto me dejó pensativa.
Lo primero que me vino a la mente es que yo pude ver al bebé como lo describió. Me encantaron sus manitas gorditas y peinado. Pude ver a la persona, y la discapacidad quedó como algo irrelevante.
Pero hubo un par de interrogantes que reflexioné y me preocuparon bastante: ¿Habría personas que vieran al bebito de otra manera? ¿Quién se atrevía a discriminarlo? La respuesta desafortunada es sí.
La no discriminación es un derecho plasmado en nuestra Constitución; se trata de una práctica histórica que se ha buscado erradicar pero no se ha logrado suprimir.
La discriminación fue considerada en los primeros tratados internacionales en Derechos Humanos, emanados de la ONU, y que México ratificó, la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial, en donde se recalca que la existencia de barreras raciales es incompatible con los ideales de toda la sociedad humana.
En 2006, México firmó la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, donde se hace hincapié que la discriminación contra personas con discapacidad, constituye una vulneración de la dignidad y el valor inherente del ser humano.
En este tratado se exhorta a los Estados que tomen medidas para asegurar a menores con discapacidad gocen de libertades fundamentales en igualdad de condiciones con los demás menores.
También se deja claro que se debe sensibilizar, incluso a nivel familiar, respecto a este tema y luchar contra estereotipos, prejuicios y prácticas nocivas respecto a las personas con discapacidad. Todo está en nuestra Constitución, especialmente desde que los tratados ratificados por el Estado mexicano se elevaron a rango constitucional gracias a la reforma en materia de derechos humanos de 2011.
Más allá de eso, esta aspiración de igualdad e inclusión, de no discriminación; ese legítimo deseo de una madre o padre de que las personas puedan ver a su hijo o hija como el maravilloso ser humano que es y no ver el síndrome de Down o a cualquier otra discapacidad, me parece válido y lo más sensato que he leído en estos últimos días.
Y es que cuando se habla con el corazón es cuando se pueden decir las cosas más ciertas.
En consecuencia, es importante escuchar más a esas madres y padres cuando hablen de temas tan importantes para nosotros.
Seguro siempre tendrán algo relevante, urgente que comunicarnos.
CARMEN LUCÍA MUNGUÍA
Especialista en Derechos Humanos, Democracia, Niñez y Política Pública.