Anuncio especial a los lectores
Este artículo será un tanto personal, pero es necesario que sea así para dejar claro a mis tres fieles lectores de una decisión importante que acabo de tomar.
Por así convenir a mis intereses y deseos desde el día de hoy he adoptado a la letra i como parte de mi entorno profesional por razones que más adelante habré de mencionar.
Desde esta fecha quiero ser llamado periodisti y no periodista, en su caso seré il periodisti por respeto a mi personal decisión.
¿Por qué la letra i -i latina para mayor precisión- y no otra letra del abecedario?
Con esta letra me he identificado prácticamente desde mi nacimiento, es una vocal de apariencia alta y delgada que se semeja bastante a mi físico, aunque en los últimos años he ganado algunos kilos de más pero sin parecerme todavía a la letra o.
Nací además en la ciudad de Hermosillo cuya letra i suena fuerte al pronunciarla y lo más importante quizás es que mi apellido que fue importado a México por mi bisabuelo James Healy a finales del siglo XIX, se pronuncia “jilli” en español, es decir incluye un par de letras i.
James era originario de la lejana Irlanda, país que orgullosamente inicia con una I mayúscula erguida y preponderante. Por cierto la i minúscula utiliza un punto superior con el cual me he identificado en años recientes porque he adoptado el uso diario de un sombrero para el sol o el frío.
La i también me apasiona porque existen conceptos sólidos que inician con dicha letra, tal es el caso de independencia, inteligencia, imaginación, internacional, irreverente, impresionante, inmortal, entre muchos más.
Por la voluntad de Dios y la intervención de mis padres nací varón hace más de 60 años, he disfrutado enormemente a lo largo de mi vida mi orientación heterosexual con la bendición de haber procreado con mi esposa varias hijas e hijos.
Celebro el sexo de cada persona porque así lo decidió un poder superior, pero al mismo tiempo respeto la orientación sexual que cada individuo adopte porque a final de cuentas es dueño de sí mismo y de sus decisiones habrá de rendir cuentas.
Sin embargo, no comulgo con la idea de exhibir ni promover públicamente la orientación sexual de cada persona, pienso que es una condición personal que debe permanecer en la intimidad.
En mi caso no tengo ningún problema con mi sexualidad, pero he descubierto que sí tengo una afinidad con la letra i y por lo tanto deseo que se respete mi condición y ser llamado de aquí en adelante como il periodisti, il columnisti o si usted prefiere il comunicadori.
No creo que perderé mi dignidad si usted me llama con las palabras tradicionales de acuerdo a nuestro lenguaje, pero estaré más contento de que todos los que me rodean privilegien la letra i al comunicarse conmigo.
Es más, si en el futuro llegase a ocupar un cargo público como alcalde, senador o gobernador de mi estado, exigiré cambios a la ley para ser nombrado alcaldi, senadori o gobernadori.
No me importa que con ello rompa los convencionalismos legales ni tampoco las reglas del idioma español que tantos años han costado construir para un mejor orden y convivencia social.
Por último, quiero dejar claro a mis lectores que con todo lo anterior no trato de llamar la atención ni tampoco obtener privilegios para el modesto ente social que soy, simplemente deseo a toda costa que se respeten mis derechos genuinos y humanos de identificarme plenamente con una letra del abecedario que tanto admiro y respeto.
Lo dicho dicho está.
Noticias, noticias…
Ya en serio, es lamentable que una gira presidencial de varios días por el noroeste de México destaque por la ocurrencia de Andrés López Obrador de quitar el nombre del Mar de Cortés ante su obstinado odio a la conquista española que proporcionó una cultura, idioma y religión a los mexicanos. Bajo esa perspectiva habrá que cambiar los nombres de Veracruz, Guadalajara, Puebla, Monterrey y tantas ciudades y estados bautizadas durante la colonia. En un descuido el mandatario tendrá que modificar sus nombres y apellidos, también de origen españoles.