Es hora de perdonar y sanar: Luis Donaldo
Resulta imposible olvidar aquella horrenda tarde del 23 de marzo de 1994 cuando Mario Aburto logró burlar la seguridad del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio y disparar a bocajarro dos balazos que acabaron con la vida del sonorense y las esperanzas de muchos mexicanos.
Fue a las 17:12 horas cuando el agresor nacido en Michoacán y con ocho años de vivir en Tijuana, accionó su revólver Taurus calibre .38 primero sobre la sien de Luis Donaldo y luego sobre su abdomen, en la lúgubre colonia Lomas Taurinas.
El aspirante presidencial cayó de bruces al suelo, su chaqueta blanca de inmediato se empampó de sangre y entre gritos y empujones fue llevado en vilo a una ambulancia improvisada y después al Hospital General de Tijuana donde fallecería a las 18:55 horas en medio de una conmoción generalizada.
De ahí en adelante se presentaron las más disímbolas teorías sobre el crimen del político sonorense que a sus 44 años parecía destinado a convertirse en el motor del cambio al interior del PRI que estaba por cumplir setenta años en el poder.
En las primeras investigaciones se habló de Aburto como un asesino solitario, pero dadas las diferencias al interior del PRI y al distanciamiento entre Luis Donaldo y Carlos Salinas de Gortari, la versión de una conspiración o crimen de estado cobró una fuerza inusitada.
La facilidad con la que Aburto encaró a Colosio y disparó su arma frente a miembros del Estado Mayor y policías vestidos de civil, levantó grandes sospechas y pronto el magnicidio se convirtió en un escándalo noticioso que afectó a México durante muchos años.
El jefe de seguridad de la campaña presidencial, el general Domiro García, además de otros guardias presentes en el mitin fueron señalados como integrantes del complot, varios de ellos fueron a prisión y liberados meses más tarde por falta de evidencias.
La teoría de dos agresores cobró también fuerza porque parecía imposible que Aburto hubiera tenido oportunidad de disparar un segundo tiro por la complejidad del terreno de Lomas Taurinas y por la multitud que rodeaba al candidato.
Al paso de los años la verdad oficial del asesino solitario Mario Aburto no fue aceptada por la mayoría de los mexicanos. Buena parte de los ciudadanos que vivieron de cerca esta tragedia piensan que Luis Donaldo Colosio fue asesinado por órdenes de la cúpula priista que entonces comandaba Carlos Salinas de Gortari.
Y en esa cúpula figuraban varios personajes de aquellos tiempos, desde el jefe de la oficina presidencial, José Córdoba Montoya, hasta el hermano incómodo del presidente, Raúl Salinas de Gortari, quienes se sintieron amenazados por el giro que Colosio había tomado en su discurso.
Los mexicanos ya juzgaron el caso y por ello dieron la espalda a Carlos Salinas de Gortari y también al PRI a partir del año 2000, luego de algunos altibajos hoy el otrora invencible languidece y ha tenido que aliarse con sus antiguos rivales para poder sobrevivir.
Por todo lo anterior la propuesta de Luis Donaldo Colosio Riojas, hijo mayor de Luis Donaldo y Diana Laura, de indultar a Aburto cobra una importancia inusitada. Lo que desea el principal agraviado por el crimen de su padre es reconciliar a México a través del perdón.
Luis Donaldo, quien nunca militó en el PRI, dijo textualmente “que (López Obrador) ponga carpetazo final a este asunto y permita que tanto mi familia como México sanemos”.
Y conminó el actual alcalde de Monterrey “a dejar esto ya en manos de otra justicia, porque la justicia mexicana quedó a deber en su momento”.
López Obrador refutó la petición de Luis Donaldo con el desprecio que suele mostrar hacia quienes no están sometidos a su mando: “Se trata de un asunto de Estado que yo quiero y que en lo que a mí corresponde, no se deje de investigar”.
En primer lugar la investigación no le incumbe al presidente sino a la Fiscalía General de la República, en segundo lugar hay tantos casos recientes por indagar que resulta ocioso revivir el crimen de Colosio y explotarlo políticamente cuando está por cumplir 30 años.
Tan fácil que hubiera sido decir que atenderá con respeto la petición del Luis Donaldo y su familia y que se reunirá con el Fiscal y sus asesores legales para tomar la mejor decisión.
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