Será pacífica la elección Trump-Biden
En varios estados de la Unión Americana existe temor sobre la posibilidad de estallidos de violencia por los resultados de las elecciones presidenciales del martes 3 de noviembre.
Ciertos sectores argumentan que un triunfo reñido de Joe Biden será repelido con actos de protesta por parte de los grupos conservadores y supremacistas afines a Trump.
Algo parecido -estiman otros podría ocurrir si el presidente en turno consigue su reelección por una mínima diferencia, los sectores liberales norteamericanos así como las minorías que respaldan a Biden saldrían a las calles para desconocer la victoria del actual inquilino de la Casa Blanca.
Temo decirles a los catastrofistas y a quienes se frotan las manos por la posibilidad de una insurrección popular que no va a ocurrir ningún incidente mayor después de las elecciones sea cual sea el resultado.
La razón es muy sencilla: los norteamericanos están ahora divididos por asuntos raciales, económicos y de migración, entre otros, pero no están dispuestos a defender abiertamente a dos candidatos presidenciales que están muy lejos de tener un arrastre popular de magnitud.
Por extrañas razones estamos viviendo la elección de dos candidatos anglosajones de la tercera edad, polémicos, exitosos en sus diversos campos y profesiones, pero que están lejos de ser considerados ejemplos a seguir en materia política.
Si volteamos al pasado los norteamericanos han vivido procesos electorales mucho más intensos y apasionados.
Figuras como John F. Kennedy, James Carter, Ronald Reagan, William Clinton y el propio Barack Obama despertaron amplias esperanzas de cambios y avances.
No todos cumplieron con las expectativas pero no cabe duda que lo intentaron con enorme pasión y dedicación.
Donald Trump cumplió varias de sus promesas y obtuvo buenos resultados en sus planes económicos y de seguridad, pero en otros rubros no convenció, como en el tema migratorio y más reciente en el manejo de la pandemia que lo ha puesto al borde de la derrota electoral.
Complicó además asuntos como la relación comercial con China, el estatus de los “dreamers”, el muro fronterizo y su programa de salud cuyos objetivos no son todavía bien conocidos.
De ganar Trump la economía volverá pronto a su carril y Estados Unidos mantendrá su liderazgo militar en el mundo, pero no sabemos hasta dónde llegarán los estragos del Covid-19 como tampoco los efectos de su política migratoria dura y restrictiva.
Si Biden logra triunfar, Estados Unidos restaurará sus relaciones diplomáticas con el mundo, la política tendrá prioridad sobre la economía y el manejo de la pandemia será más efectivo.
Por otro lado el gasto social volverá a dispararse, la economía tardará más tiempo para salir de la recesión y en el caso de México no veremos gran progreso en las relaciones como suele ocurrir durante los gobiernos demócratas.
Es cierto que Biden y Trump son animales políticos muy distintos, podemos simpatizar con uno o con el otro, pero tampoco son estadistas con la visión y las agallas necesarias como para transformar a un país y a un sistema mundial que sin duda requiere de enormes cambios.
Sigamos, pues, con prudencia y atención esta elección que sin duda es importante y trascendente para el mundo y para países como México que mantienen una vasta interdependencia con Norteamérica, pero gane quien gane no esperemos cambios sustantivos por lo menos en el corto plazo.
Vale más enfocarse en lo que sucede al interior de nuestro país en asuntos tan candentes y vitales como la inseguridad, la salud pública, la vapuleada economía y las amenazas contra la democracia.
Noticias en serie…
Dicen que la tercera es la vencida y así fue para el diputado Mario Delgado, quien con todo y coronavirus ganó en la última encuesta su derecho a ser designado como flamante presidente nacional de Morena.
¿Cómo es posible que un líder de partido sea electo en una encuesta manoseada y no mediante el voto directo de los miembros o al menos de los delegados de su partido?…
Mal le ha ido al todavía secretario de Seguridad Nacional, Alfonso Durazo Montaño, en su “destape” como candidato a gobernador de Sonora por Morena, vaya, ni las formas guardaron en la 4T porque ni siquiera han hablado de un proceso abierto y democrático de selección.