Trump y AMLO lograron su cometido
“Más sabe el diablo por viejo que por diablo”, sentencia el antiguo refrán que se aplica de manera espléndida al encuentro que sostuvieron Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump.
Al norteamericano le urgía para su campaña electoral un baño latino y que mejor muestra que recibir en su domicilio de Washington al presidente de México, cuyo liderazgo con la comunidad mexicoamericana no puede negarse por su victoria contundente en junio del 2018.
Trump sabe además que su alianza con AMLO será clave en los próximos meses para lograr su reelección el primer martes del próximo mes de noviembre, por ello fue extremadamente cuidadoso en el trato y en su discurso con su homólogo mexicano.
A su vez López Obrador estaba por demás necesitado de un espaldarazo internacional, le apuraba salir por unas horas del infierno al que ha llevado a México para tomar oxígeno y recuperar energías.
Como buen ladino de la política sabía que el inquilino de la Casa Blanca no lo iba a traicionar en esta ocasión porque a ambos les convenía que esta cumbre fuera exitosa cuando menos en imagen pública, aunque no se hayan logrado acuerdos sustanciales.
López Obrador aprovechó la ocasión para publicitar su austeridad como funcionario público: viajó en clase turista de línea comercial, llevó una comitiva reducida, se hospedó en la casa del gobierno mexicano y permaneció solo dos noches en el extranjero.
Trump aprendió la lección del 2016 cuando se metió al corazón de Los Pinos como candidato presidencial para ofender a Enrique Peña Nieto y después presumir de haber logrado un acuerdo con México para que pagara el muro fronterizo, lo cual fue totalmente falso.
El magnate ganó votos con su periplo a la capital azteca, pero se echó encima el repudio de la sociedad mexicana que todavía no le perdona sus agravios contra nuestro país.
El miércoles en la Casa Blanca se pronunciaron frases que meses atrás jamás hubiéramos imaginado que saldrían de las bocas de ambos mandatarios.
Dijo Trump que “en los Estados Unidos las contribuciones extraordinarias de mexicoamericanos se sienten en todas las industrias, las comunidades y en todos los lugares de nuestra nación, del comercio a la ciencia y en todos lados el pueblo mexicano es valioso”.
A su vez López Obrador asentó:
“Quise estar aquí para agradecerle al pueblo de Estados Unidos, a su gobierno y a usted presidente Trump por ser cada vez más respetuoso con nuestros paisanos mexicanos… y porque ha ayudado al país en el comercio y en el combate al Covid-19”.
Ya encarrerado, el mandatario elogió a Trump porque “se ha comportado hacia nosotros con gentileza y respeto, nos ha tratado como lo que somos: un país digno, libre, democrático y soberano”.
Antes el jefe de la Casa Blanca aseguró que la relación entre ambos países nunca había sido tan estrecha como hoy y no tuvo empacho en lanzar loas para él y su invitado:
“Estamos haciendo un trabajo magnífico, compartimos amistad, relación, sociedad y nuestra relación se basa en confianza, respeto mutuo y en la dignidad de ambas naciones”.
El encuentro, pues, estuvo salpicado de alabanzas y medias verdades, quizás sea mejor así porque de haber salido a flote la inmensurable lista de conflictos entre ambas naciones aquello se habría convertido en una pelea campal sin límite de tiempo.
Es de esperar que en los próximos días se conozcan más detalles de esta cumbre en donde evidentemente se trataron en privado algunos de los asuntos espinosos y complejos.
La aparente amistad Trump-López Obrador es positiva para ambas naciones, pero hay que ver que más quiere el gobierno norteamericano de nuestro país porque detrás de los fines electorales existen también intereses estratégicos.
Es muy probable que en el tema energético se le haya pedido a AMLO más apertura, así como más arrojo en el combate contra la delincuencia organizada.
A su vez México debió demandar un mejor trato a los indocumentados, la reapertura de la frontera y un aumento en las inversiones norteamericanas a México.
En suma se trató de un magnífico encuentro entre Trump y López Obrador que arrojará buenos dividendos para ambos países en los próximos meses.
Y que Dios nos agarre confesados si en noviembre el neoyorquino pierde su reelección.
Nota luctuosa
Faustino Fernández Aguilar fue un empresario visionario y altruista, además de un ser humano excepcional en todos los sentidos.
Con su esposa Margarita Díaz González, quien se adelantó al viaje eterno, formó una familia de valores firmes, empuje y sencillez.
A sus hijos enviamos nuestro abrazo fraternal en tan difíciles momentos con la certeza de que Faustino su padre descansa en paz al lado de Margarita y de Dios Nuestro Señor.