Aminora Lozoya las expectativas
La maraña de suposiciones, imputaciones, ilusiones y filtraciones en torno del ex director de Petróleos Mexicanos, Emilio Lozoya, convirtió su caso en el más emblemático (hasta hoy) de la lucha contra la corrupción, azote que el presidente López Obrador considera el mayor problema de México.
Plagada de misterios, su resignación para no seguir pataleando en España y facilitar su puesta a disposición de la Fiscalía General de la República vino, hasta la mañana de ayer, generando expectativas de película fantástica, pero su primera audiencia judicial desinfla las que muchos se han formado al declararse “no culpable” en uno de los temas en que está implicado: el de la planta de fertilizantes.
A reserva de lo que suceda este miércoles durante su presentación ante otro juez para que responda las acusaciones derivadas de los probables sobornos que habría recibido de Odebrecht, vale la pena intentar desenredar la maraña de todo lo relacionado con Agro Nitrogenados, así como la relación de Lozoya con el presidente de Altos Hornos de México, acusado también, Alejandro Ancira.
La versión de la Fiscalía es que la petrolera adquirió “en 2015” y “con sobreprecio” la planta de fertilizantes porque, tres años antes, “Ancira” cohechó a Lozoya con tres millones 400 mil dólares que el “corrupto” utilizó para comprar una casa.
“El inmueble al que se refieren fue declarado ante Secretaría de la Función Pública desde que comenzó mi gestión como director de Pemex”, alega Lozoya.
A la Fiscalía, que sobre este punto lo acusó del delito de “operaciones con recursos de procedencia ilícita” (lavado de dinero), no le será fácil demostrar el soborno anticipado, ya que en 2012 Lozoya era un particular, no servidor público.
Durante las diligencias judiciales en España presentó en su descargo pagos y contratos demostrativos de que su firma suiza de planeación e inversiones acordó con Ancira y Altos Hornos la elaboración de los proyectos para el tren México-Toluca y otras obras, y fue hasta 2013 cuando asumió la dirección general de Petróleos Mexicanos.
En lo que se refiere a la compra de Agro Nitrogenados, que en el punto 59 del famoso “Pacto por México” impuso a Pemex producir fertilizantes para el campo, Lozoya tiene a su favor que la operación fue autorizada por el Consejo de Administración de Pemex y el precio lo determinó el Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales, órgano desconcentrado de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público responsable de determinar y conducir la planeación del patrimonio inmueble federal.
Pintaba para buen negocio: Yara, la empresa (noruega) de fertilizantes más importante del mundo, ofrecía 900 millones de dólares, en tanto que Pemex pagó 270 y tantos y planeó gastar otros 200 en la rehabilitación de la planta.
Quizá por datos como los expuestos Lozoya se declaró inocente y dejó en suspenso la revelación, con nombres y apellidos, de por quiénes fue “sistemáticamente intimidado, presionado, instrumentalizado (‘usado para conseguir algo’)…”.