Absurda y risible militarización
Uno de los actos más estrafalarios de gobierno en 53 años de operación del Metro es asignar algo más de seis mil militares con uniformes de la Guardia Nacional a las estaciones, sobre el paranoide supuesto de que los muchos incidentes que ha registrado, como el de ayer en Polanco, se deben a sabotajes.
Entre los “indicios” de lo que serían siniestros actos de terrorismo, la Jefa de Gobierno arguyó uno tan ridículo que confirma el padecimiento crónico de la cacareada “cuarta transformación”: ignorancia del funcionamiento de algunas instituciones y servicios públicos clave (como delata la necia pretensión de descuartizar el INE).
Hablando del choque de trenes en la Línea Tres (que mató a una joven y dejó malheridas a 106 personas), Claudia Sheinbaum aseguró con tono grave:
“Que me perdone la Fiscalía, pero la caja negra del Metro la encontró la Policía de Investigación en una camioneta. Son hechos atípicos que están ocurriendo…”.
Lo típico sin embargo fue que el objeto no fue descubierto en cualquier camioneta sino, como dicta el protocolo, en una claramente balizada que era conducida por personal de confianza de la Dirección General del Sistema de Transporte Colectivo para su lectura en los talleres oficiales.
Pese a que la GN le merezca mayor confianza que la que en vísperas describió como “la mejor policía del país” (la encabezada por Omar García Harfuch), ninguno ni todos los seis mil polisoldados podrán evitar la separación de vagones en la Línea Siete, los alcances de convoyes, los incendios de llantas ni las fallas eléctricas o de comunicación que vienen sucediendo.
Aunque acudan desarmados, su ostensible despliegue constituye un hilarante pero virtual “uso excesivo de la fuerza”.
Tampoco se justifica su presencia con el auxilio que puedan brindar a los usuarios, como el enaltecido por el presidente López Obrador: un GN cargando la maleta de una pasajera, ya que los militares no están para hacerla de bell boys, de acompañantes ni de psicólogos, por más que AMLO diga también que por lo menos darán “seguridad psicológica a los usuarios”.
En su opinión, “es presencia de la autoridad y protección a ciudadanos. Que no se sientan solos…”.
Pero entre los cinco millones de pasajeros diarios, ¿alguno se sentirá solo?
“Que sientan que hay vigilancia y se les está protegiendo”, dice. “Es ayudar. ¿Militarización? ¡Bájenle!, el propósito es ‘¡no estás solo!’, pero está muy difícil que nuestros adversarios” lo entiendan, aduce.
Como se vio desde el viernes, la insólita medida genera sorpresa, indignación y protestas, porque lo que se demanda es la eficiente operación del servicio y seguridad en el movimiento de trenes, no la prevención de robos de carteras o celulares, auxilio en la cargada de bultos o acompañamientos militares.
La GN ya fue incapaz de impedir que una estación fuera vandalizada por mujeres, pero muy eficiente para detener a un estudiante por exhibir (el secretario Martí Batres le llamó “pinta”) una peligrosa cartulina contra su presencia…