Chamaquearon cañón a Encinas
En su reportaje de ayer sobre la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa, tres reporteros del New York Times revelan una grave y escandalosa confesión del subsecretario de Gobernación para Derechos Humanos, Alejandro Encinas, presidente de la frustrante Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia:
“Hay un porcentaje importante, muy importante, que está todo invalidado…”.
El funcionario se refiere así a los pantallazos ("más de 80 millones”, llegó a decir) de teléfonos celulares cuyos contenidos fueron tomados en serio para continuar la cacería y encarcelamiento de exservidores públicos del peñanietismo, incluidos varios militares y entre éstos un general brigadier del Ejército.
“La extraordinaria admisión -junto con una revisión de documentos gubernamentales, una grabación inédita hasta el momento y entrevistas con personas involucradas en la indagatoria- indican cómo la prisa del Gobierno por entregar respuestas resultó en una serie de tropiezos: una Comisión de la Verdad que confió en pruebas sin sustento y una investigación penal que privó a la Fiscalía de sospechosos clave”, escribieron los periodistas Natalie Kitroeff, Ronen Bergman y Oscar López.
Hace dos semanas (10 de octubre), bajo el título "Encinas: lo que le dieron se lo creyó", di por chamaqueado al Subsecretario que sigue ocultando la identidad de quien le entregó esos pantallazos y no explica cómo se obtuvo tan desconfiable “información”, carente de valor probatorio en cualquier tribunal.
“Entre las mentiras -escribí- que la falsaria Comisión para la Verdad y la Unidad Especial de Investigación y Litigación del crimen pretenden imponer sobre la desaparición y asesinato de los 43 normalistas, rechinan las que conducen a una demencial conspiración interinstitucional, con el Ejército al centro como cómplice y coautor” de la matanza.
Lo que confirma la prolija nota del NYT (https://www.nytimes.com/es/2022/10/26) es que mucho de lo que se presentó como supuesta evidencia nueva y crucial no fue verificado, dejando en ridículo al Gobierno y a la Fiscalía de la 4T porque:
- Se desconoce su origen digital y físico;
- Los mensajes no fueron descubiertos por alguna “investigación” sino entregados por quién sabe quién (como la basura que “le llega” y se traga la Gobernadora de Campeche);
- No corresponden con lo revelado en los indiscutibles chats de Chicago (hasta el intrigoso y corrosivo Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes desconfió de ellos);
- Sus absurdos e inverosímiles contenidos son cuestionados también por quienes confiaban en Encinas (como la hija mayor del exalcalde Abarca);
- No tienen correspondencia con las abundantes pruebas existentes en los expedientes del caso.
Pese y contra todo, basándose en tan descomunal patraña, Encinas adelantó conclusiones falsas que, en comparación con la abortada y cochina verdad alternativa que se fabricó, dejan la esencia de la detestada “histórica” vivita, coleando y rechinando de limpia...