Murayama tiene toda la razón
Invitado a la plenaria del PRD, Ciro Murayama, consejero del INE, disertó el martes reciente sobre un defecto que debe corregirse: la sobrerrepresentación de Morena en el Congreso de la Unión.
Por el número de diputados y senadores que tiene el partido en el poder, explicó, pareciera que obtuvo 34 millones de votos cuando lo real es que fueron 24. “Se está adjudicando 10 millones más. ¿Cómo fue posible? Por un problema legal. 5.5 millones de esos 30 millones de electores que votaron por López Obrador votaron también por la oposición”
. Los contrapesos desaparecieron, dijo, porque el artículo 91 de la Ley General de Partidos Políticos establece que cuando hay coalición, en convenio se decide a quién le corresponden los triunfos en los distritos. La de Juntos haremos historia le adjudicó 114 triunfos a partidos que no tuvieron mayoría de votos. “La coalición fue junta en 292 distritos y ganó en 220, pero la ciudadanía votó por Morena, no por el PES (que perdió su registro) ni por el PT (quedó en séptimo lugar).
Los triunfos se deben a Morena, pero el 91 permitió que se camuflaran como si pertenecieran al PES y el PT y disfrazaron 114 triunfos. Mientras esto no se corrija, las minorías pueden acabar siendo artificialmente mayorías parlamentarias. Y la mayoría puede acabar teniendo minorías parlamentarias. Es un defecto mayúsculo”. La voluntad popular, concluyó, “está distorsionada…”.
Murayama no dijo nada que no hubiera dicho y documentara en un ensayo imprescindible en Nexos de julio del año pasado.
Interrogado ayer al respecto, Andrés Manuel López Obrador se fue sobre el consejero. De manera despectiva, recordó que en 2006 Ciro firmó un desplegado avalando lo que para el entonces candidato perdedor fue un jamás demostrado “fraude electoral”, y demandó de él y los demás firmantes una disculpa.
El texto aludido se publicó el 3 de agosto (a poco de instalarse el célebre plantón), bajo el título La coexistencia de la pluralidad política reclama la defensa de las instituciones de nuestra democracia.
Decía que se habían celebrado unas elecciones auténticas; que ninguna fuerza política ganó todo ni perdió todo, y que la convivencia y la competencia política son principio y fin de la democracia.
Firmaron votantes de diferentes candidatos y partidos, unidos por convicciones que son la base para una coexistencia “de la diversidad política tolerante y productiva”.
El noveno y último punto rezaba: “Nuestras instituciones electorales son un patrimonio público que nadie debe lesionar. Son el soporte de una de las libertades fundamentales que los mexicanos hemos conseguido: la libertad de votar y ser votados, sin que nadie manipule nuestro mandato”.
Con Murayama, entre los 130 nombres, firmaron el Nobel Mario Molina, ex rectores, historiadores, ex consejeros electorales, artistas, periodistas, intelectuales y encuestadores… que tampoco se disculparán…