No se les da la entendedera
Acabar con los fideicomisos a partir del calumnioso prejuicio de que estaban podridos de corrupción como lo demostrarán las auditorías que se les va a practicar, equivale a aventurar que alguien murió a causa de un aneurisma y que esto lo corroborará la necropsia.
Su extinción es una variante del “mátenlos, después ‘viriguan”’.
Contra las indignadas y tumultuarias protestas de los afectados (entre quienes figuran víctimas de la violencia, grupos de búsqueda de desaparecidos, creadores, académicos, estudiantes, cineastas, investigadores y científicos), las aplanadoras de Morena en el Congreso cumplieron con insensible y ciega lealtad los deseos presidenciales.
Aceptando sin conceder que en los fideicomisos privaba la corrupción, lo congruente sería que la misma fórmula se aplique en los Tres Poderes de la Unión y virtual totalidad de las instituciones públicas.
Más que en fondos y fideicomisos, la deshonestidad es fama pública en los tres niveles de gobierno; en los poderes judicial y legislativo; en las policías, los penales, las oficinas de expedición de licencias, autorización de concesiones, prestación de servicios, notarías, Fuerzas Armadas, etcétera, etcétera.
¿Aquí no basta la mera presunción para desaparecerlas?
Desde luego que no.
Por lo mismo, el procedimiento seguido contra fondos y fideicomisos es abominable.
¿Por qué no se averiguó primero cómo funcionaban, se detectaron las fallas, se denunciaron a probables responsables de desviaciones o saqueos y se corrigió lo reparable?
Los autores materiales de la muerte de esos instrumentos de apoyo a muy variadas actividades juran y perjuran que a quienes se dicen perjudicados no se les privará de respaldos, pero uno de los problemas que enfrentarán es que, al dejar de existir las estructuras creadas para los fines específicos de cada fondo y fideicomiso, tendrán que peregrinar, tocar puertas y hacer colas para ver si la Secretaría de Hacienda se apiada y continúa tomándolos en cuenta.
En el misterio queda lo que sucederá con la opacidad y la corrupción ancestral en las entidades públicas.
Consumada la eutanasia, los diputados federales de Morena y sus comparsas desperdiciaron la magnífica oportunidad que les pusieron en bandeja muchas legisladoras correligionarias y las bancadas opositoras para hacer algo que atempere la impresión de que la “4T” desdeña la lucha de las mujeres por el respeto a su dignidad: rechazaron la propuesta de tasa cero a los productos de gestión menstrual.
La propuesta fue de las diputadas de todas las corrientes pero, por 185 votos a favor, 11 innobles abstenciones y 218 votos en contra, la iniciativa no prosperó, de modo que las toallas sanitarias desechables y de tela; compresas, tampones, copas o cualquier otro producto para el mismo fin seguirá gravado con IVA de 16%.
Ilusos, arguyen que los fabricantes bajarán los precios.
Sí Chucha.
Nueva ofensa capitalizable al creciente del movimiento feminista.