Presidencia no pero, ¿y la Fiscalía?
Inexperiencia, precipitación, improvisación, son de las debilidades más sobresalientes de la “4T”, por más que Andrés Manuel López Obrador, paradójicamente, sea el mandatario con mayor fortaleza que ha tenido México en los últimos 100 años.
El ejemplo inmediato de esa perniciosa trinca es el bochornoso desaguisado por la imaginaria puñalada que, se suponía, quería darnos Estados Unidos en el tema laboral del nuevo tratado comercial de América del Norte.
Con los ecos del culiacanazo, la mezcla de apresuramiento, espontaneidad y torpeza se acababa de dar en las vísperas a propósito de Genaro García Luna, con el asombroso ingrediente de un comunicado de la Fiscalía General de la República, dando cuenta de la apertura de una “carpeta de investigación” contra el ex secretario.
De manera simultánea, López Obrador instruyó (y el titular de Seguridad, Alfonso Durazo, se fue hasta la cocina), cazar y expulsar del gobierno a quienes, habiendo “tenido relación” con el defenestrado, continúan en el servicio público.
Ahora todo va para atrás: el Presidente descartó emprender algún proceso contra de García Luna:
“Ya lo dije y lo repito, no me gusta hacer leña del árbol caído. Y esperar a que las investigaciones avancen. Nosotros lo que vamos a hacer es cooperar (con EU). Toda la información que nos soliciten se va a entregar, pero no iniciar nosotros investigaciones para que no se malinterprete, que no se vaya a decir o pensar siquiera que es una represalia…”.
Con tal decisión, a la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda no le queda sino acatar y retirar la denuncia penal que, según anunció Santiago Nieto, levantó contra el ex secretario por dizque recibir sobornos de la banda criminal de Sinaloa.
Pero ¡chin!: la Fiscalía de Alejandro Gertz Manero, constitucionalmente “autónoma”, informó el mismo día de la captura que solicitaría “una ‘orden de aprehensión con fines de extradición’ en contra de esta persona” por “la probable comisión de los delitos: conspiración para traficar cocaína, declaraciones falsas a autoridades judiciales federales, cohecho, coparticipación en diversos delitos contra la salud, delincuencia organizada y otros…”.
Lo más probable, qué oso, es que recule también.
Por fortuna, López Obrador corrigió su postura inicial de correr a quienes tuvieron que ver con García Luna.
Dijo ayer que se refería solo a quienes pudieran estar involucrados en hechos delictivos o de corrupción que se le imputan al ex funcionario, y aseguró que “lo único que estamos dando a conocer es que estamos pidiendo que en las dependencias del gobierno federal no trabaje gente que pueda estar implicada con este caso. Así como ‘no podemos ensañarnos o promover un ambiente de linchamiento político’, tampoco sudar calenturas ajenas, que cada quien asuma su responsabilidad…”.
Y ha dicho que trabaja para lograr en sus seis años lo que se llevaría 12.
Innecesario, pues, el “acelere”.
Atribuyen a Napoleón aquello de “vísteme despacio porque tengo prisa…”.