Salmerón estiró ‘la liga’

Aunque el presidente López Obrador lo considere “uno de los mejores historiadores de México” y deplore su caída en desgracia, lo menos que debe reconocer es que su ex director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, Pedro Salmerón, tiene un serio problema con el conocimiento, el estudio y la interpretación de sucesos memorables. Pero sobre todo con el uso de los adjetivos, como lo demostró en su imprudente y bochornoso elogio a la violencia, al propalar (en la cuenta oficial de Facebook del organismo), usando como pretexto el 46 aniversario del homicidio, que el empresario más importantes de Nuevo León y más influyente de México, Eugenio Garza Sada, fue asesinado por “un comando de ‘valientes’ jóvenes de la Liga Comunista 23 de Septiembre…”.

Según escribió en su columna “Hoy en la historia” (prometió que “en breve se incorporará como sección en la página ‘www.inherm.gob.mx’”, lo cual ya no podrá cumplir), aquel suceso “fue resultado de la profunda división que experimentó la sociedad mexicana desde los años sesenta. Muchos jóvenes que veían canceladas las posibilidades de participación y transformación pacífica de un sistema político vertical y autoritario, buscaron cambiar las cosas por la vía violenta. Sólo que el recio empresario, de 81 años de edad, no estaba dispuesto a dejarse secuestrar para alimentar la espiral de violencia, y anunció que haría frente a quienes lo intentaran. Sus dos escoltas aceptaron el riesgo, de modo que cuando un comando de “valientes” jóvenes de la Liga Comunista 23 de Septiembre intentó raptarlo, se desató una balacera en la que perdieron la vida Don Eugenio y sus escoltas, Bernardo Chapa y Modesto Hernández, y dos de los guerrilleros”.

Problema conceptual: ¿el historiador cree de veras que la razón de quien no está “dispuesto a dejarse secuestrar” es que le preocupa la “espiral de violencia”? ¿No sería (y es) por el simple y lógico instinto de conservación? ¿Y quién con recursos económicos de sobra y que se sabe “presa codiciada” por alguna organización armada le “haría frente” y confiaría su seguridad (su vida, pues) a solo dos personas?

Injusta falta de precisión: Salmerón rescata los nombres, no de dos “escoltas”, sino del chofer y el guardaespaldas de la víctima… y omite o desconoce la identidad de los valientes guerrilleros que también resultaron muertos, Anselmo Herrera y Javier Rodríguez.

Y adjetivación desatinada y obvia: ni modo que quienes pretendieron tumbar un gobierno, con entrenamiento paramilitar y decididos a llevar a cabo el secuestro de un personaje tan prominente (la Liga quería cobrar cinco millones de pesos de rescate), como el que se intentó aquella mañana de lunes cuando el dirigente del entonces poderoso Grupo Monterrey viajaba de su casa en la colonia Obispado a su oficina en la Cervecería Cuauhtémoc, fueran cobarde…