¿Sólo música?

"¿Sólo música?", escribe Marco A. Paz Pellat en #ElPoderdelasIdeas

Según datos de Spotify, una de cada cuatro reproducciones musicales en México pertenece al género regional mexicano, el cual abarca ritmos como banda, norteño, sierreño y mariachi. Este género ha crecido significativamente a nivel global, en parte por la fusión con géneros como reggaetón, trap y hip-hop.

Entre las nuevas tendencias, los corridos tumbados han captado la atención nacional e internacional. Este subgénero mezcla los elementos tradicionales con influencias de rap y trap y sus letras suelen hablar sobre lujo, drogas, violencia y, el narcotráfico. Aunque artistas jóvenes han llevado esta música a lo más alto de las listas y abarrotan conciertos, las críticas no se han hecho esperar. Las letras y el estilo de vida que promueven han generado un debate sobre su impacto social, especialmente en los jóvenes, quienes podrían ver en estos cantantes un modelo aspiracional.

Los Comités Ciudadanos de Seguridad Pública de Sonora y Hermosillo han elaborado un reporte del caso, donde se preguntan cuál es la verdadera influencia de esta música en la conducta de las nuevas generaciones. Algunos ven estos corridos como una simple expresión cultural, mientras que otros los consideran un reflejo de una sociedad más permisiva frente a la violencia y la criminalidad.

Diversos estudios han examinado los efectos de las canciones que glorifican la violencia y el narcotráfico, como los narcocorridos, en países como México. Entre los hallazgos destacan:

1. Normalización de la violencia: Estas canciones tienden a presentar la violencia como un medio legítimo para resolver conflictos o alcanzar el éxito, influyendo particularmente en los jóvenes.

2. Identificación con figuras del narcotráfico: Los oyentes pueden llegar a idealizar a los personajes de las canciones, quienes son retratados como figuras poderosas y valientes.

3. Impacto en el comportamiento juvenil: Se ha vinculado la exposición a estos contenidos con una mayor tolerancia hacia la violencia, el machismo y el crimen.

4. Distorsión de la realidad: En lugar de mostrar las consecuencias del narcotráfico, la música ofrece una visión idealizada y heroica de la vida criminal.

5. Debates sobre la regulación: Algunos gobiernos locales han limitado la difusión de este tipo de música, lo que ha abierto discusiones sobre la libertad de expresión y la censura.

Para mitigar los efectos negativos de estas canciones, se pueden tomar medidas como:

- Educación: Impulsar programas en escuelas que sensibilicen a los jóvenes sobre los riesgos del narcotráfico y la violencia.

- Regulación: Expandir la regulación de contenido violento en medios y plataformas digitales, sin comprometer la libertad de expresión.

- Fomento de alternativas culturales: Apoyar a artistas y músicos que promuevan mensajes positivos.

- Responsabilidad de las plataformas: Etiquetar y restringir el contenido que promueva la violencia en servicios de streaming.

- Participación comunitaria: Crear espacios para que los jóvenes participen en actividades culturales que promuevan valores de paz y legalidad.

Estas acciones requieren la colaboración de todos: gobierno, sociedad civil, medios de comunicación y la industria musical, para generar un impacto real y duradero. Hay temas en los que no podemos ser pasivos como sociedad, pues las consecuencias pueden ser graves y de largo alcance.