La intervención militar en México
La memoria, esa loca de la política.
Florestán
La masacre en Sonora de nueve menonitas de nacionalidad estadunidense complicó la relación bilateral, aunque me digan que no.
La primera reacción de Trump no fue un arrebato, fue una advertencia: Para México ha llegado el tiempo de que con la ayuda del gobierno de Estados Unidos, lanzar una guerra a los cárteles de la droga y los borre de la faz de la tierra.
Simplemente esperamos una llamada de su gran nuevo presidente para limpiar a México de estos monstruos.
Estados Unidos está listo, dispuesto y capaz de involucrarse y hacer el trabajo de manera rápida y efectiva.
Este es el momento más difícil en la relación bilateral desde las del presidente Miguel de la Madrid, tras la del asesinato en Guadalajara, en febrero de 1985 del agente de la DEA Enrique Camarena y, antes la de Contadora en 1983, ambas con Ronald Reagan.
Pero nunca se había llegado al punto de plantear el uso de su Ejército en México desde la expedición punitiva contra Pancho Villa en marzo de 1916, tras su sorpresivo ataque a la población de Columbus, en Texas.
Claro que Trump dijo que esa intervención dependería de si el gran nuevo presidente de México lo llamaba (porque) los cárteles se han vuelto tan grandes y poderosos que a veces necesitas un ejército para derrotar a otro ejército.
Al día siguiente, el Presidente le respondió que gracias, pero no, y reivindicó soberanía y capacidades. Después le llamó por teléfono, Trump le volvió a hacer el ofrecimiento y López Obrador lo volvió a rechazar, ya en persona.
Su estrategia es muy clara: dejar la sensación de la incapacidad del gobierno de México para combatir la violencia y poner el tema de la intervención militar en la conversación de su país y en la del nuestro.
Y así se seguirá, más en campaña.
RETALES
1. ESCÁNDALO. Menuda la hicieron ayer los senadores de Morena.
No solo Ricardo Monreal introdujo aparentemente dos boletas a favor de Rosario Piedra, lo que negó.
Lo grave es la asistencia.
Dijeron que había 114 senadores cuando eran 116 con los que la mayoría calificada era de 77 votos, uno más de los 76 necesarios y que obtuvo la candidata morenista;
2. MOTÍN. Mientras tanto, en la Cámara de Diputados, un descontrolado Mario Delgado se encaró con la presidenta de la Cámara de Diputados, Laura Rojas también por resultados de una votación, la perdieron en el tema de nuevas facultades de la UIF, panistas y morenistas se enfrentaron violentamente en la tribuna que habían tomado, la sesión se suspendió, se dejó para ayer y como Morena no tenía los votos, el martes, contra la ley, repetirán la misma votación; y
3. ANTECEDENTES. Por cierto, solo los novatos manejaron que Rosario Piedra es la primera mujer en llegar a la presidencia de la CNDH, cuando Mireille Rocatti fue su presienta de enero de 1997 a noviembre de 1999.
Nos vemos el martes, pero en privado.