Nuestros muertos, nuestro gobierno
Las mentiras continúan en una línea infinita. Son tantas a lo largo de un año de pandemia, que se han repetido hasta convertirse en lugares comunes. Para allá irá el tema de la campaña de vacunación, donde el presidente Andrés Manuel López Obrador y su zar del coronavirus, su protegido, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, continúan engañando a la nación. El timo que está en curso es que la primera fase de vacunación a los adultos mayores, está enfocada a los municipios más pobres, apartados y vulnerables al coronavirus.
López-Gatell afirmó ayer en Palacio Nacional que la estrategia para aplicar la vacuna se había hecho con base en información “técnica” sobre cuál población era la más vulnerable, para neutralizar las críticas de que se debería haber iniciado con la Población Económicamente Activa -que tiene la racional pragmática de evitar merma en quienes sostienen al país-, o en las zonas con mayor densidad de población, donde es más rápido y extenso el contagio por la intensa movilidad. La escuela de pensamiento que esbozó el Subsecretario tiene un fundamento ético, pero no se aplica en la realidad, porque el diseño de vacunación que maneja el gobierno no corre sobre esa fibra.
El gobierno dio a conocer que comenzaría la vacunación de adultos mayores en 333 municipios pobres, marginados y apartados, que incluyen tres alcaldías en la Ciudad de México. Todos ellos, según López-Gatell, arrastrando años de desigualdad. De acuerdo con el Índice de Vulnerabillidad que elaboró la UNAM, son 607 los municipios que no pueden enfrentar la pandemia, por cuestiones de marginación por arriba de la media nacional, con un porcentaje de población hablante de lengua indígena superior al promedio nacional, y escasez de infraestructura, considerados como los de mayor grado de fragilidad. Sin embargo, de acuerdo con la investigación de la reportera Elizabeth Hernández, sólo 9.2% de ellos, fueron seleccionados en la primera ola de vacunación.
El Índice de Vulnerabilidad establece una frontera en donde figuran únicamente 56 de los 282 municipios seleccionados por el gobierno, que son donde existe información pública hasta este momento, pues se desconoce cuáles son los otros 51 municipios vulnerables restantes. Entre las omisiones del gobierno está Coxquihui, municipio en Veracruz, el más vulnerable del país, con 4.21 puntos -el límite tolerable es de 3.34 puntos- en el Índice de la UNAM, que no fue incluido dentro de las localidades donde inició la vacunación de adultos mayores, descubrió Hernández.
En la Ciudad de México, como microcosmos de esta estrategia, figuran las alcaldías de Cuajimalpa, Magdalena Contreras y Milpa Alta, que tienen un promedio de 2.9 puntos en el Índice de Vulnerabilidad, que, si bien es alto, no rebasa la fragilidad que tiene, por ejemplo, Xochimilco, que tiene el nivel de fragilidad más alto en la capital federal, con 3.09 puntos. No hubo explicación sobre el porqué se dejó de lado Xochimilco, aunque si se cruza la variable electoral, con datos de 2018, se puede observar que Morena arrasó en esa alcaldía, mientras que Cuajimalpa es del PRI, en Magdalena Contreras una alianza opositora derrotaría al partido en el poder, y en Milpa Alta, sufrió Morena para derrotar a Movimiento Ciudadano. Coxquihui, el municipio veracruzano, está gobernado por el PAN.
La variable electoral no puede quedar al margen del análisis del arranque de la vacunación en adultos mayores, porque la estrategia se sustenta en la maquinaria electoral que maneja Gabriel García Hernández, coordinador nacional de delegados, desde una oficina contigua a la de López Obrador en Palacio Nacional. De ahí la utilización de los promotores de voto y distribuidores de los programas sociales, llamados “servidores de la nación”, que son quienes aplican mayoritariamente las vacunas, soslayando toda la estructura de salud de los estados. Parte de esta forma politizada en la vacunación, explica el porqué en este inicio de vacunación de adultos mayores, los criterios preestablecidos para la vacunación se hayan ignorado y que se estén aplicando vacunas no en los municipios, sino únicamente en las cabeceras y en algunas comunidades en específico.
Cuesta trabajo admitir que esa variable es lo que determina la estrategia de vacunación, pero la primera evidencia empírica así lo muestra, y los precedentes lo soportan, con las declaraciones inverosímiles de López Obrador y de su zar para el coronavirus. El mensaje de optimismo siempre ha tenido el tufo de propaganda -administrar las expectativas ayuda para dar tiempo a concretar resultados, que no es el caso que vivimos-, y López-Gatell, en la misma lógica, anticipó jugando con los números, que el escenario catastrófico inimaginable, sería de un máximo 115 mil adicionales a los que se reconoce ahora.
En unas horas cruzaremos el umbral de los dos millones de contagios por la Covid-19, sin cumplir aún el primer año de la pandemia del coronavirus en México. Hay más de 175 mil muertes oficialmente reconocidas, pero de acuerdo con el Inegi, el exceso de mortalidad fue de 326 mil 609, de las cuales 132 mil están directamente asociadas con la Covid-19; es decir, la cifra extraoficial de decesos por la maldita enfermedad es de 307 mil. Estos números, sin embargo, con mayor o menor celeridad, siguen subiendo.
Cada vez más el discurso presidencial y de su instrumento de propaganda sanitaria se vuelve mas difícil de sostener, porque la realidad los alcanzó. No se requiere tener información confidencial o sacarla por debajo de las rocas. La aritmética ayuda y el análisis comparativo refuerza, ha ido desnudando las inconsistencias entre el discurso oficial y el plan de vacunación que en un solo mes se modificó cuatro veces para inocular a los promotores electorales. Hoy, la esperanza de vida hace que muchos olviden los detalles y acudan por su vacuna. La última omisión que se problematizará cuando se vayan acabando las letras del abecedario en los municipios marginados, es que las dosis adquiridas, tampoco les alcanzarán. Las mentiras aquí si son inagotables.