COP29, una cumbre 'manchada de petróleo'
Pese a las expectativas, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP29) realizada en Bakú, Azerbaiyán, del 11 al 23 de noviembre (se extendió un día más de lo previsto por los obstáculos en las negociaciones), tuvo un resultado decepcionante. La declaración final no aclaró si el financiamiento climático, punto principal de la agenda, provendrá sólo de los países desarrollados o incluirá a las economías emergentes como China, el segundo país más contaminante detrás de Estados Unidos.
Tampoco se alcanzó la meta económica acordada para hacer frente al cambio climático. Los representantes de los casi 200 países miembros de la ONU presentes en la COP29 no lograron imponer la cifra de 1.3 billones de dólares anuales de financiamiento para 2035, a fin de auxiliar a las naciones más vulnerables y pobres afectadas por los nuevos fenómenos climatológicos y que estas puedan financiar sus inversiones en energías limpias. Únicamente se aprobaron 300 mil millones de dólares, una cantidad calificada de “insulto” por los países en desarrollo y de “absoluta vergüenza” por la organización ambientalista Greenpeace. “Nuestro futuro y el de nuestra infancia está en juego”, dijo en un comunicado el jefe de Greenpeace para la COP29, Jasper Inventor y advirtió que el resultado de la Conferencia retrasa el calendario de medidas previsto y deja a las poblaciones más dañadas sin recursos suficientes.
El propio titular de la ONU, el portugués António Guterres, dijo que había esperado un resultado más ambicioso de la COP29, tanto en materia de financiamiento como de mitigación de los daños, en vista de que 2024 cierra como “un año brutal, abrasado por temperaturas récord y marcado por el desastre climático, todo ello mientras las emisiones siguen aumentando”.
Nadie se explica, sin embargo, por qué el “petroestado” de Azerbaiyán fue sede de la COP29 cuando el presidente azerí, Ilham Alíyev, quien desde 2003 controla el país con mano dura, es un férreo impulsor de las energías sucias. La mitad de la economía de esa exrepública soviética depende del petróleo y el gas natural, equivalentes a 90% de sus exportaciones.
Fue una cumbre “turbia y manchada de petróleo”, dijo la experta climática germano-británica Friederike Otto, para quien el cinismo parece haber alcanzado “un máximo histórico” en Bakú. En términos similares se expresó Tasneem Essop, directora ejecutiva de Climate Action Network, que calificó las negociaciones de la COP29 como “las peores” en años, debido a la “mala fe” de los países desarrollados.
En efecto, hay una diferencia bastante dramática entre el monto propuesto de 1.3 billones de dólares y el aprobado con miras a abandonar de forma progresiva los combustibles fósiles. “La gente está harta y desilusionada. Es desesperante ver a lo que nos está llevando la codicia y corrupción de unos pocos”, dijo Eva Saldaña, titular de Greenpeace España. Recordó los casi 230 muertos y los miles de damnificados que dejó la tormenta DANA en Valencia hace tres semanas, como ejemplo de los sucesos meteorológicos extremos que “literalmente arrasan campos, ciudades, hogares y vidas humanas”.
También la organización WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) calificó el acuerdo de Bakú como “decepcionante, inadecuado y un paso atrás”, en tanto omitió asimismo la aplicación de impuestos a las industrias fósiles, permitiendo que estas empresas compren derechos a través de los mercados de carbono para seguir contaminando, “una medida a todas luces contraproducente”.
De acuerdo con Kick Big Polluters Out, una coalición que lucha contra los grandes contaminadores, en las conversaciones de la COP29 se inscribieron más de mil 700 cabilderos o actores representantes de compañías fósiles, bancos y multinacionales de todo tipo de sectores, superando en número a casi todas las delegaciones oficiales. “Y mientras los países buscan desesperadamente acuerdos más ambiciosos en materia de cambio climático, sucede que altos ejecutivos, líderes políticos y personalidades varias se encuentran por los pasillos de la COP29, donde todo puede pasar”, señaló el portal especializado Climática (https://climatica.coop/que-empresas-y-lobbies-han-acudido-cop29/).
Con el “jogo bonito” propio de los brasileños, Marina Silva, ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático del gobierno de Lula da Silva, calificó a la COP29 apenas como una “experiencia difícil”. En su discurso en la plenaria final, dijo: “Es esencial, especialmente después de la difícil experiencia que estamos viviendo aquí en Bakú, llegar a un resultado mínimamente aceptable para todos nosotros, dada la emergencia que estamos viviendo”.
El diario Jornal do Brasil dio amplia cobertura al encuentro, que coincidió con la cumbre del Grupo de los 20 (G20) en Río de Janeiro. La Amazonia brasileña será sede de la COP30 en diciembre de 2024, de ahí el interés de Brasil en los resultados de Azerbaiyán, con el telón de fondo de los nuevos retos ambientales que plantea la segunda administración de Donald Trump y su negacionismo climático. Sobre esto, Marina Silva subrayó que la invitación para que Estados Unidos se comprometa a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero “ya está hecha”.
“No nos detuvimos cuando Estados Unidos no se unió al Protocolo de Kioto y al Acuerdo de París, pero tampoco dejamos de reconocer que es una gran pérdida, no sólo para los países en desarrollo, los países desarrollados que están en esta agenda sino una pérdida para toda la humanidad, incluso una pérdida política porque el pueblo estadounidense también está sufriendo las consecuencias de eventos climáticos extremos cada vez más frecuentes e intensos”, afirmó Silva en Bakú.
No podía faltar la opinión de la reconocida activista sueca Greta Thunberg, quien con su estilo claro y directo dijo que “va más allá del absurdo” que la COP se haya realizado en Azerbaiyán, un “petroestado autoritario”. La joven calificó el resultado de la cumbre como un “greenwashing”, es decir, una farsa para aparentar un compromiso con el cambio climático que realmente no existe.