Israel-Hezbolá, los motivos de la tregua
La tregua de 60 días pactada entre Israel y el partido armado libanés Hezbolá el pasado martes incluyó la advertencia expresa del premier israelí, Benjamín Netanyahu, de emprender una guerra abierta, “no sólo quirúrgica” en Líbano, si el grupo chiita con representación parlamentaria y miles de milicianos viola el cese al fuego negociado por Estados Unidos y Francia. En los siguientes dos meses, Hezbolá tendrá que desocupar la frontera común retirándose al norte del río Litani, y las Fuerzas de Defensa israelíes (FDI) deberán abandonar el vecino país, donde ingresaron el 23 de septiembre en el marco de la operación Flechas del Norte, para que el ejército libanés y las fuerzas de paz de la ONU tomen el control de la zona desmilitarizada. Casi 1.2 millones de libaneses se vieron desplazados de sus tierras y viviendas destruidas por los intensos bombardeos de la aviación israelí, con saldo de tres mil 500 personas muertas (de ellas 248 niños), según el Ministerio de Salud libanés, en tanto 60 mil pobladores del norte de Israel debieron abandonar sus propiedades a causa del conflicto.
Desde hace 14 meses, Israel libra una guerra en dos frentes: contra Hezbolá en Líbano y contra el grupo islamista yihadista Hamás en Gaza, la minúscula franja de tierra bajo ocupación israelí.
Según el conservador Netanyahu (75), el hombre que más tiempo ha estado en el poder en Israel desde la creación de ese Estado en 1948 y sobre quien pesan cargos de corrupción y una orden de arresto de la Corte Penal Internacional por “crímenes de guerra y contra la humanidad” en Gaza, la tregua obedece a que Hezbolá ya no representa una amenaza, al menos no en lo inmediato. Sin embargo, la prensa israelí afirma que, pese a sus enormes capacidades militares y su supremacía en el aire, las FDI han sufrido fuertes pérdidas en su operación terrestre en Líbano para neutralizar la capacidad de fuego de Hezbolá.
Analistas en Washington estiman que este factor podría haber incidido al momento de convencer a Netanyahu de aceptar el alto el fuego con Hezbolá, junto al agotamiento de sus tropas, pertrechos y fondos, y los costos económicos y políticos de seguir movilizando a una cifra creciente de reservistas.
La experta libanesa Leila Nicolas recordó a BBC Mundo que la tregua pactada se basa en la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, que en 2006 sirvió para poner fin a la anterior guerra entre Israel y Hezbolá, con ajustes adecuados al contexto actual. Ella no duda de que Hezbolá, patrocinado por Irán desde su creación en 1985 con el propósito explícito de destruir a Israel se encuentra hoy diezmado, en primer lugar, por la muerte de su líder, Hasán Nasrala (64), asesinado por las FDI el 27 de septiembre en un ataque preciso en Dahiye, en los suburbios de Beirut. Para Netanyahu, que consideraba a Nasrala un “asesino masivo”, su desaparición “es un punto de inflexión histórico” y un “ajuste de cuentas” por su responsabilidad en las muertes de “innumerables israelíes y extranjeros”.
Hezbolá inició sus ataques contra Israel el 8 de octubre de 2023 en apoyo a Hamás, un día después de la mortífera incursión de este grupo contra una decena de comunas agrícolas israelíes, con saldo de mil 200 israelíes muertos y más de 200 secuestrados, muchos de ellos aún rehenes de Hamás en Gaza.
El nuevo escenario que plantea la tregua supone de hecho un abandono de Hezbolá de la estrategia de “unidad de frentes”, por la cual el llamado “eje de la resistencia” planeó coordinar sus acciones militares contra Israel en apoyo de Hamás incluyendo a los hutíes pro Irán de Yemen y otros grupos menores en Siria e Irak.
De acuerdo con Seth J. Frantzman, corresponsal para Medio Oriente del diario pro oficialista The Jerusalem Post, uno de los detonantes de la tregua fue el exitoso ataque de las FDI a un sitio de producción de misiles de precisión PDM de Hezbolá, así como de drones kamikaze. Las FDI también eliminaron a muchos altos oficiales de Hezbolá ligados al programa de drones.
Sobre los pro y contra de la tregua para la seguridad de Israel, el periodista israelí Herb Keinon (Jerusalem Post) ve positivo “desvincular a Líbano de Gaza”, ya que “Irán está ansioso por detener la guerra para que las capacidades de Hezbolá no se deterioren aún más”. Por lo visto, añade Keinon, Irán “está abandonando a Hamás, lo que podría afectar a estos últimos al darse cuenta de que ninguna organización (Hezbolá) o país (Irán) va a acudir en su rescate. Esto es una clara victoria para Israel”.
Otro tanto a favor de Netanyahu es el “factor Trump”, dice Keinon, empeñado en ver el fin de la guerra en Líbano para cuando regrese a la Casa Blanca el 20 de enero. El alto el fuego abona en esa dirección.
En contra del acuerdo se piensa que la tregua no ofrece a Israel un área de amortiguamiento en el sur de Líbano, donde nada asegura que a mediano plazo Hezbolá reconstruya ahí su presencia.
Por lo pronto, y si el alto el fuego sobrevive a sus firmantes, la siguiente estación para Israel será Irán, Hamás y la convulsa Cisjordania, en la frontera con Jordania, donde habitan unos tres millones de palestinos sobre cuyas vidas penden desde hace décadas los planes de anexión israelí a riesgo de convertirse esa región de 6 mil kilómetros cuadrados, minada por la proliferación ilegal de asentamientos de colonos israelíes, en otro frente de guerra abierto como Gaza.