¿Una halcón para México?
Si nunca ha escuchado el nombre de Kari Lake, métaselo en la cabeza. Es la persona en quien está pensando el presidente electo Donald Trump para enviar a México como embajadora. Si no sabe nada de Kari Lake, es importante empezar a conocerla porque será, de ser confirmada, la próxima representante de la Casa Blanca en Palacio Nacional y una embajadora como probablemente no hemos visto en México desde los tiempos de John Gavin en los 80, que se ubica en las antípodas de Ken Salazar, el quedabien con el expresidente Andrés Manuel López Obrador, que será sustituido por una guerrera.
Diplomáticos estadounidenses confiaron recientemente a altos funcionarios del Gobierno mexicano que Lake será quien releve a Salazar, quien se espera renuncie al cargo antes del 20 de enero próximo, cuando Trump asuma la jefatura de la Casa Blanca. La información, transmitida de manera extraoficial, dejaba claro que con el control que tendrá Trump en el Senado, su confirmación en el Comité de Relaciones Exteriores no será problema.
El problema lo tendrá México.
Lake, parte del movimiento de extrema derecha de Trump, Make America Great Again, conocido como MAGA, es una caja de resonancia del presidente electo por cuanto al nacionalismo blanco y ha generado polémicas encendidas por sus abiertas simpatías con los movimientos nazis y los activistas de QAnon, la teoría conspiracionista en Internet que logró convencer a 17% de los estadounidenses que Trump estaba enfrentando una cábala de “demócratas pedófilos” y que llevó a que varios de ellos a encabezar el asalto al Capitolio en enero de 2020 para descarrilar la victoria de Joe Biden.
Durante 22 años fue conductora de la estación de Fox News en Phoenix, Arizona, de la que renunció porque dijo que ya no se sentía a gusto con la forma como los medios de comunicación informaban “porque era pura propaganda” y se mudó a Twitter -hoy X-, donde compartió falsedades sobre la Primera Enmienda -que se refiere a la libertad de expresión- y diseminó información falsa sobre el Covid 19 y el movimiento Black Lives Matter. Lake no tardó mucho en involucrarse en el ecosistema de las redes de extrema derecha, como Parler y Gab, donde cohabitan los antisemitas, en donde convergía la extrema derecha estadounidense y europea.
Lake, que quiso ser gobernadora por Arizona en 2022 (perdió por un punto) y senadora este año (que perdió por 2.4%), formaría parte, de anunciar Trump el nombramiento de quien trae en mente para la Embajada en México, del selecto grupo de cercanos -como ella- que está designando para misiones estratégicas; su consuegro Charles Kushner, para Francia; el multimillonario Warren Stephens, uno de los grandes donadores del Partido Republicano, para el Reino Unido; Mike Huckabee, que contendió por la candidatura con el presidente electo en 2016 y es padre de Sarah Huckabee, secretaria de prensa y vocera en su primer periodo en la Casa Blanca y, Elise Stefanik, la diputada que llegó a considerar como posible vicepresidenta, que irá a Naciones Unidas.
Stefanik y Lake son exactamente lo que es Trump. La primera es una fuerte crítica de la organización multilateral y Lake está totalmente convencida de que se tiene que cerrar la frontera con México. En su plataforma para aspirar al Senado, proponía la cancelación de la previsión que permitía el asilo por razones de violencia endémica en sus países de origen, terminar el muro, fortalecer con tecnología la vigilancia fronteriza y endurecer las leyes antimigratorias. Pedía suspender la ayuda a los países que no respaldaran activamente a las agencias estadounidenses para frenar la migración y proveer personal y apoyo material a países para que combatieran a los cárteles de las drogas en su territorio.
Su cuenta en X habla de ella por sí misma.
Cuando Trump lanzó su amenaza a México y Canadá de imponer aranceles de 25% para obligarlos a frenar la “invasión” de indocumentados y fentanilo, reenvió en su cuenta en X el comentario de que “es tiempo de desincentivar la inmigración ilegal, quizás cobrando 25% por cada persona que cruza la frontera ilegalmente y usar ese dinero para mandarlos de regreso”. Cuando nombró a Tom Homan zar fronterizo, dijo en Real America’s Voice, un servicio de streaming de la extrema derecha, que era un tipo duro con el corazón de oro, “exactamente lo que necesitamos”.
Tras el mensaje en X de Trump, donde informó que había hablado con la presidenta Claudia Sheinbaum, quien “(había) aceptado frenar la migración a través de México..., cerrando la frontera sur”, Lake señaló: “(Si) como presidente electo ya está tomando pasos sólidos para asegurar nuestra frontera sur, imagínese lo que logrará cuando sea oficialmente Presidente”. Y agregó en otro mensaje: “Sólo tomó una llamada telefónica para frenar la invasión”.
Lake no está solo metida en cuestiones fronterizas y en temas electorales, donde se distinguió dentro del trumpismo por ser una de las más ardientes voceras del falso fraude electoral en 2020 -lo mismo ha dicho de su elección por el Senado- y recién comenzó a hablar duramente del fentanilo. No es un tema en donde había tenido alguna participación relevante, pero ayer en Buenos Aires, en el marco de la primera Conferencia de Acción Política Conservadora que se lleva a cabo en Argentina, lo hizo.
En una de las pocas conferencias magistrales del evento organizado por el presidente Javier Milei, Lake habló de la crisis del opiáceo, que ha generado fricciones entre Estados Unidos y México. “Hay que poner fin a este flagelo que está matando a nuestros jóvenes”, urgió. “No puedo seguir esperando para hacerlo”. La republicana le puso nombre y apellido a los responsables, a su decir, de esa calamidad: China y México.
Migración, cárteles de las drogas y el fentanilo son los tres temas fundamentales en la agenda de Trump con México. A su gabinete mexicano -Homan, Stephen Miller, el arquitecto de las deportaciones masivas en su primer gobierno y Peter Navarro, nombrado ayer asesor en comercio y manufactura-, se le sumará probablemente Lake, una mano de ases radicales, racistas y ultraconservadores, con quienes tendrá que lidiar el gobierno de Sheinbaum.
Raymundo Riva Palacio
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