La furiosa batalla por Omar
La batalla por la candidatura de Omar García Harfuch para el Gobierno de la Ciudad de México está en dos niveles. Uno es salvaje, donde las corrientes puras del lópezobradorismo se están expresando en las páginas editoriales de los periódicos. La otra, en Palacio Nacional, es política, donde la virtual candidata presidencial, Claudia Sheinbaum, ha defendido a su excolaborador con un argumento básico y sólido: su posición en las encuestas, frente a sus rivales en Morena y de la oposición.
La discusión de fondo sobre la candidatura capitalina está cumpliendo hoy 10 días de intensidad y deliberaciones en Palacio Nacional, que comenzaron hace dos fines de semana cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador tiró línea al líder del partido, Mario Delgado, sobre una candidatura que evitara fracturas. El lunes siguiente se definieron los cuatro perfiles de los contendientes que se anunciaron el jueves, Mariana Boy, la procuradora ambiental que llegó al gobierno del Partido Verde, tras competir con Sheinbaum por la capital, Clara Brugada, García Harfuch y Hugo López-Gatell, pero las fracturas no cejaron, sino se incrementaron.
Los puros en Morena están animados por López Obrador, quien en las reuniones internas ha señalado que García Harfuch no es de sus personajes favoritos, al etiquetarlo como un funcionario que trabajó al servicio de gobiernos priistas y panistas, lo cual es cierto, aunque lo mismo sucede con varios colaboradores suyos que formaron parte de los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, que hoy se encuentran en puestos de gabinete o están siendo promovidos para candidaturas de Morena.
López Obrador quiere a Brugada, la exalcaldesa de Iztapalapa que ha sido pieza central para el Presidente en la generación de apoyos en esa demarcación, principal granero de votos morenistas. Sin embargo, considera que García Harfuch sí puede ganar la elección, teniendo dudas sobre si Brugada, en una contienda competida, daría mejores resultados. Esta valoración ha provocado incertidumbre en los corrillos palaciegos, al tiempo que fortalece a sus principales apoyadores.
Sheinbaum es quien más ha estado persuadiéndolo de que su protegido es la mejor carta que tiene Morena para mantener el poder en la Ciudad de México, sustentado con las encuestas. Un estudio de Enkoll, que ha estado trabajando para Delgado en el país, publicado en El Universal a mediados de agosto, colocó a García Harfuch con 35% de preferencia efectiva entre morenistas, ocho puntos arriba de Brugada y 11 por encima del líder del partido, que recién declinó participar en la contienda.
La posición de Sheinbaum ha sido respaldada por el fiscal general, Alejandro Gertz Manero, quien se ha convertido en el principal asesor político del Presidente en el gabinete y que recientemente le envió un estudio donde el único ganador en la Ciudad de México sería García Harfuch, no Brugada. No deja de ser paradójico que Gertz Manero haya dado un espaldarazo a García Harfuch, con quien tiene una pésima relación desde hace al menos cuatro años, reforzando la postura de Sheinbaum, con la cual también ha tenido fricciones en todo este tiempo. El único matiz que se entiende hizo el Fiscal al Presidente, es sembrar la duda de que si resultara electo podría mantenerse alineado en la estrategia de largo plazo para que Andrés López, el hijo más político del Presidente que participa en la toma de decisiones en Palacio Nacional y en el de Sheinbaum, sea candidato presidencial en 2030.
La decisión final del Presidente en torno a García Harfuch no se ha tomado, por lo que ha trascendido, pero las percepciones son poderosas y quizás influyan en ella. El exsecretario de Seguridad y Protección Ciudadana de la Ciudad de México goza de gran prestigio por la idea de que su trabajo en la capital fue muy bueno. La encuesta de Enkoll muestra que no tanto. La inseguridad tuvo un brinco de 40% de quienes así lo consideraban en mayo de 2022 como el principal problema de la capital, a 55% en agosto pasado, muy por arriba de la corrupción (7%) y la economía (6%).
Pero al mismo tiempo, los hecho no son más poderosos que las percepciones. No sólo tiene García Harfuch muy buena entrada entre las clases medias altas y las altas, sino en la población en general. En la misma encuesta, 66% de los entrevistados dijo tener una opinión buena de él, contra 19% que la tiene mala, siete puntos arriba en positivos que Brugada, que tiene cinco puntos más negativos que su adversario, lo que parece una contradicción ante su evaluación en materia de seguridad.
Todo indicaría que en población abierta, como ha sucedido con López Obrador, las cosas sustantivas se le resbalan. Como se ha visto con el Presidente, es un atributo, no un lastre. Otra variable a su favor es el nivel de conocimiento (64%), contra el de Brugada (58%) y de quien se perfila como el contendiente del Frente Amplio, Santiago Taboada, alcalde de Benito Juárez (40%).
La fuerza de García Harfuch en la opinión pública es muy fuerte y se refleja en los medios de comunicación, donde los únicos que realmente se expresan en contra son las voces a través de las cuales hablan los duros del lópezobradorismo. Hay posiciones internas que trascienden de manera indirecta en los medios, como producto de filtraciones, como lo publicado en la prensa política sobre el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres, como uno de quienes encabezaban las campañas contra García Harfuch. Batres lo negó en un mensaje a este espacio, que retomó y acreditó lo difundido en la prensa.
La embestida contra él no va a parar. La semana pasada los padres de los normalistas de Ayotzinapa lo hicieron parte central de sus discursos para exigir el esclarecimiento del crimen, estimulados por colaboradores cercanos a López Obrador. En la medida que avance la confrontación sin claridad sobre lo que desea el Presidente, la división se irá ahondando y lastimando las candidaturas, probablemente no sólo la de García Harfuch, sino también la de Brugada.