El día de la maestra
Es bastante común que pensemos en la Revolución Industrial como el escenario de la emancipación femenina donde las mujeres se incorporaron en masa al mercado laboral y por lo tanto al espacio público reservado hasta entonces para los hombres, además de tener la oportunidad de ser independientes por medio del salario; aunque en realidad las mujeres siguieron haciendo las mismas actividades de siempre en desigualdad salarial con los hombres y vigiladas desde una moral construida en concertación con la Iglesia y el Estado.
Sin embargo, a fines del siglo XIX era probable ver por las calles de Hermosillo, Guaymas o Álamos a diversas mujeres rumbo a diferentes actividades, una jornada de trabajo en fábricas de Francia, venta ambulante de aguas frescas o las que iban a atender asuntos relacionados con su casa de huéspedes, hotel o comercio.
En el caso de Sonora, en un proceso similar por el que han pasado la mayoría de las sociedades latinoamericanas hacia la modernización capitalista, las mujeres emigraron a las ciudades para trabajar principalmente en el servicio doméstico o en actividades que habían realizado desde siempre, abarcando todas las variantes de las labores domésticas y el cuidado de las personas a cambio de techo y comida, por las que a veces recibían en pago moneda que circulaba escasamente o una remuneración en especie que podían ser diferentes prendas de vestir.
El salario era más visible y está mejor documentado para las operarias de fábricas, las jornaleras y una nueva ocupación dentro del aparato burocrático del proyecto de Estado-Nación, el magisterio, que ocuparon rápidamente las mujeres dentro de un proceso de feminización.
La educación era un tema prioritario en la Sonora progresista del porfiriato, como medio para lograr una sociedad más igualitaria en los términos del liberalismo, de hecho fue un proyecto que comenzó a construirse desde antes, a partir de una ley de instrucción pública en 1863 y reformada en 1869 que incluyó la apertura de algunas escuelas. Además estaba diferenciado por sexos, esto quiere decir que las materias que cursaban hombres y mujeres eran distintas y obedecían a un sistema patriarcal que asignaba el rol femenino de cuidados a las mujeres.
Ser profesora era bien visto, pero no significaba un mayor prestigio dentro de la sociedad, era en sí otra opción de actividad productiva también para las mujeres de familias con menos recursos y algo muy importante, la profesión de maestra era el resultado del acceso de mujeres a la educación, e impulsó las iniciativas de otras mujeres para estudiar profesiones como la medicina y abogacía.
Por el hecho de que al igual que en el resto del país e incluso Latinoamérica, se consideraba idóneo que las mujeres fueran maestras por su “natural” disposición a la maternidad y en consecuencia al cuidado de la infancia, el perfil que se buscaba en las maestras es un ejemplo ilustrativo de la forma en que la división sexual del trabajo dentro
de la familia se reproducía en la sociedad.
De manera que las actividades de mujeres estaban desvalorizadas incluido el magisterio, por lo que las maestras recibían, menores sueldos que los maestros, incluso en posiciones de autoridad como las directoras, un panorama que se extendía al resto del país, y fue identificado como “fenómeno de feminización cuantitativa del magisterio” por la doctora Lucrecia Infante, en su investigación sobre mujeres y construcción del espacio público durante la historia de México.
En este campo donde el alumnado se componía principalmente de hombres, se desempeñaron mujeres como maestras, superando en número a los maestros varones en Sonora, donde el número de profesoras aumentó más del doble según los censos, reportando 130 a principios del porfiriato y 317 ya para 1910.
Actualmente en el estado de Sonora, de 22,887 docentes que imparten clases en educación básica 14,918 son maestras, confirmando una tendencia que comenzó hace más de un siglo, continúa hasta nuestros días e invita a la reflexión, como el tuit con 7,519 reacciones de la feminista y consultora mexicana Ana Joaquina Ruiz @ana_joaca. 71% de quienes integran la profesión docente son maestras, ¿Por qué no decimos día de la maestra?
Raffaella Fontanot Ochoa, egresada del programa de Doctorado en Ciencias Sociales por El Colegio de Sonora.