¿La pax narca?
Últimamente ha habido declaraciones del Presidente de la República que debiesen alertarnos.
Si bien no han sido contundentes y claras, sí nos dejan entrever que vería con simpatía la instauración de la “pax narca”.
La pax narca significa la búsqueda de la disminución de la violencia a partir de que en cada región -donde hoy se está viviendo una lucha violenta entre las bandas delictivas que pretenden el control de cada una de las plazas-, se logre la consolidación indiscutible de una de ellas como la líder y esto disminuya el alto índice de asesinatos y enfrentamientos violentos.
La tolerancia gubernamental hacia los cárteles parece haber sido una práctica común durante los gobiernos priistas del siglo XX, hasta que el presidente Felipe Calderón iniciara la lucha frontal contra el narcotráfico. A partir de esa época se desintegraron los liderazgos de los principales cárteles, para dejar en su lugar luchas internas por el poder y la confrontación entre gente cada vez más violenta y cruel.
Por tanto, la denominada “pax narca” permitió a los gobiernos del siglo XX mantener el control total de la actividad delictiva que estaba focalizada totalmente en el narcotráfico. Sin embargo, con desconocimiento total del modo en que el mundo ha evolucionado durante los últimos años -y con ello también el crimen organizado-, parece ser que este gobierno pretende repetir el modelo de la “pax narca” y por ello se niega a enfrentar con contundencia y todo el poder del Estado Mexicano a la delincuencia.
Las bandas del crimen organizado ya no operan únicamente en el narcotráfico, como las de antes. Las de hoy se han diversificado y se han convertido en verdugos de la sociedad.
Pero lo más grave es que se han convertido en protagonistas de la vida política, imponiendo candidatos e impulsando alcaldes y gobernadores en algunas zonas del país, a los cuales sin duda controlan totalmente cuando asumen el cargo.
El perfil del crimen organizado en la época de los gobiernos priistas del siglo XX era de subordinación a las autoridades legítimas y respeto a las instituciones. El de hoy es un poder paralelo al Estado Mexicano, con ejército propio e intereses políticos.
Las muestras -no sólo de tolerancia-, sino de simpatía del presente gobierno por el cártel de Sinaloa, son inocultables.
Los mensajes mediáticos de respeto a los derechos humanos de los criminales llevan un mensaje de acercamiento que hace innecesario formalizar un pacto directo, lo cual sería muy desafortunado y comprometedor jurídicamente para su gobierno.
Donde hubo más injerencia del crimen organizado -durante los procesos electorales del 2021 y 2022-, el partido triunfador fue Morena.
La pax narca podría significar la concesión del monopolio del control absoluto de una región al grupo delictivo que garantice al partido en el gobierno el triunfo electoral en las próximas elecciones. ¿Será este el objetivo real?
Violencia policiaca
Cada vez se presentan con mayor frecuencia reportajes sobre violencia policiaca en contra de ciudadanos vulnerables. Esto se está volviendo cotidiano en los noticieros televisados. La indignación pública es total pero después de la difusión de las imágenes y una ambigua y tibia declaración de los ayuntamientos de hacer justicia, todo sigue igual y en la impunidad, propiciando que se repitan estas conductas delictivas policiacas por falta de acciones contundentes por parte de las autoridades.
Hay total responsabilidad de los tres órdenes de gobierno en la violencia policiaca. Primeramente, por la falta de protocolos obligatorios en la detención de personas. Falta de capacitación policiaca. La inexistencia de estudios psicométricos para filtrar la contratación de personal y por último, ausencia de castigos ejemplares en contra de los torturadores. Por tanto, la violencia policiaca es responsabilidad total y absoluta del Estado Mexicano. ¿A usted qué le parece?
Ricardo Homs
Twitter: @homsricardo
Presidente de la Academia Mexicana de la Comunicación