Sheinbaum tiene la ‘mesa puesta’ para transformar a México. ¿Podrá?
Cuando el “Pacto por México” de Enrique Peña Nieto, en coalición con el PRI, PAN y PRD, acabó sin dar los resultados esperados, un experimentado periodista internacional me dijo que México siempre se queda corto para lograr avanzar en su desarrollo.
Y tiene razón. Desde Carlos Salinas de Gortari y su “Solidaridad”, Vicente Fox y su “Cambio verdadero”, Felipe Calderón y su “Para vivir mejor”, Peña Nieto con su pacto y Andrés Manuel López Obrador con su “Cuarta Transformación”, TODOS se han quedado cortos en cumplir lo que prometieron en crecimiento económico, desarrollo y seguridad.
Estos presidentes siempre han tenido algún pretexto para explicar por qué no cumplieron con lo ofrecido. Basta con señalar que López Obrador culpa al Covid-19, a los jueces y a los organismos reguladores autónomos como obstáculos que le impidieron dar mejores resultados en su gobierno.
Si se revisan las encuestas de hace unos meses, el electorado mexicano no sólo decía apoyar mayoritariamente a Morena para repetir en la Presidencia. También, este mismo grupo mayoritario de votantes expresamente decía que no quería un gobierno dividido, que no quería contrapesos. Y eso fue exactamente por lo que votó, dándole a la siguiente presidenta, Claudia Sheinbaum, un Congreso de la Unión de mayoría morenista.
Con esa conformación, tan rápido como este septiembre, Morena y aliados van a poder reconfigurar la Constitución y todos los contrapesos para modificar quiénes son los jueces federales y cómo operan, pero también van a desaparecer o reconfigurar a todos los organismos reguladores del país (INE, INAI, Cofece, CRE, IFT, Inegi, etcétera).
Se va a reconfigurar una presidencia imperial y no va a poder culpar a ninguna de las instituciones, señaladas en el párrafo anterior, de no poder cumplir lo ofrecido para lograr el “segundo piso de la transformación".
Así, la Presidenta va a tener un Congreso federal de su partido, la mayoría de los congresos estatales, 24 de las 32 gubernaturas del país, desaparecerá a los organismos autónomos y reconfigurará al contrapeso tradicional del Poder Judicial Federal.
Pero no sólo va a poder mandar y gobernar sin ningún contrapeso. La geopolítica parece que nos está favoreciendo. De igual manera que en los años cuarenta, esta benefició al México que gobernaba Lázaro Cárdenas en la Segunda Guerra Mundial. Ahora el mundo está ya en una guerra económica y todo parece indicar que se aproxima un conflicto militar, en alguna región, entre Rusia y China contra Estados Unidos y sus aliados.
A su vez, el comercio mundial se ha complicado ante la falta de agua en el canal de Panamá y lo riesgoso que es navegar en el Mar Rojo y llegar al canal de Suez. Tan solo hay que mencionar que el precio de los contenedores y fletes de barcos han subido 300% en los últimos 12 meses. Todo esto está haciendo que varias empresas estadounidenses busquen relocalizarse (lo que se conoce como “nearshoring”) en este continente.
Sencillamente, el gobierno entrante tendrá oportunidades y condiciones para crecer como ningún otro las ha tenido desde hace 80 años. Es una coyuntura inmejorable para ellos. Ojalá y la aprovechen, pues me parece que el electorado les dio un amplio mandato justamente para que no haya excusas y para que no haya a quien culpar si se incumple lo prometido.
Desde luego, habrá retos, como lo conflictivo y demandante que podría ser el siguiente gobierno de Estados Unidos, nuestro aliado comercial y principal “tablita de crecimiento”. Pero como ningún otro antecesor, la próxima Presidenta tendrá la “mesa puesta” para detonar todo tipo de oportunidades en México. Ojalá lo logre. Será complejo tratar de justificar el no hacerlo.
CAMBIANDO DE TEMA
La Suprema Corte de Justicia de la Nación sigue dando tumbos. Ahora nos hemos enterado de que no quiere resolver ni deja que otros juzgados resuelvan la legalidad de la Ley Minera impugnada hace más de un año por decenas de empresas y un tercio del Congreso de la Unión. Con eso, sigue evitando dar fallos en temas clave para la vida jurídica de nuestro país. Parece que, con o sin reforma, ya “tiraron la toalla”.