Extrema derecha avanzando en Europa: las raíces de un fenómeno global
Geert Wilders, quien ganó hace unos meses las elecciones en los Países Bajos, dice que busca colocar a su nación “primero que nadie”; “devolver los Países Bajos a los neerlandeses”. Esto, por supuesto, se asemeja al “Make America Great Again” de Trump, o el grito de la primera ministra italiana Giorgia Meloni de “¡Italia y los italianos primero!”, reflejando políticas similares en torno a la migración y asilo de la UE. Así que, los avances de las extremas derechas en Europa en las elecciones parlamentarias del domingo pasado no tendrían por qué sorprendernos demasiado. Examinemos estas vertientes:
1. La vertiente económica. A medida que la crisis del 2008 fue golpeando el empleo y el bienestar de las clases medias en países como España, Italia o Grecia, el sentimiento anti-europeísta fue aumentando y con ello, el respaldo a movimientos que proponían la salida de sus países de la UE. Pero hay que ir más allá puesto que el tema no se limita a Europa. Un sistema capitalista global que ha sido incapaz de incluir a determinados sectores golpeados por la segmentación transnacional de los procesos productivos —que ocasiona que las fases de producción se trasladen de país a país, a conveniencia— o afectados por los avances tecnológicos que reducen la necesidad de mano de obra, o la inflación después de la pandemia. Esto no explica todo el aumento del respaldo hacia movimientos populistas, pero sí una parte, sobre todo si consideramos la capacidad de determinados líderes para canalizar el descontento generado por las circunstancias económicas.
2. La vertiente de la inmigración, el miedo y la inseguridad. Tenemos que examinar la evolución del fenómeno a lo largo de al menos de la última década, lo que incluye el aumento del terrorismo y la migración. Actualizando datos, podemos observar que el número de solicitantes de asilo en el continente ha crecido considerablemente desde el 2020. Siria y Afganistán siguen siendo dos de los mayores expulsores de refugiados, pero ahora, Turquía y Venezuela se añaden a los primeros lugares de esa lista.
Varios países en donde la extrema derecha tuvo un desempeño notable el domingo, como Francia, Alemania, España e Italia, representan países en donde más personas solicitan asilo.
Así que, sumando piezas, otra parte del aumento del apoyo a movimientos nacionalistas o populistas, se relaciona no solo con el ascenso del sentimiento de vulnerabilidad de las fronteras y de la seguridad individual o familiar, sino con discursos de mensajes sencillos, que proponen respuestas rápidas y poco complejas pero atractivas para atender ese miedo y esa percepción de fragilidad.
3. Otra vertiente imposible de desconectar de las anteriores tiene que ver con la erosión de la confianza en instituciones. Instituciones que son percibidas ya sea como corruptas o ineficaces, o bien, simplemente distantes de los asuntos que importan a las personas. Revise, solo para darse una idea, el barómetro de confianza Edelman 2024 recientemente publicado. Lo primero que resalta es que países como Alemania o Francia —dos de los sitios en donde las últimas elecciones del parlamento de la UE mostraron enormes avances de la derecha extrema— se encuentran en la “zona roja de la desconfianza”, al igual que muchos otros países europeos. Además, 63% de una muestra global piensa que sus gobiernos y sus líderes no dicen la verdad; 64% piensan que los periodistas manipulan la información a propósito.
Así que, más que etiquetar, normalmente mirando con desdén a las amplias capas de las poblaciones que han optado por elegir opciones alternativas, a veces extremas, tanto de derecha como de izquierda, vale la pena intentar escuchar y reflexionar más a fondo.