Retiro de Biden de la contienda: implicaciones para la política de EU
Llegó el momento que a lo largo de las últimas semanas se fue gestando. Inicialmente Biden no quería retirarse, pero la presión fue creciendo irremediablemente. El discurso de muchos actores pasó de "una mala noche de un debate" a la franca convicción de que el presidente no era una opción viable para derrotar a Trump. Hasta el momento de este escrito, una parte importante del partido demócrata, incluido el propio Biden, parecen estarse alineando hacia Kamala Harris. Pero aún falta ver si su candidatura se confirma o si se genera algún tipo de competencia. Me concentro ahora mismo en comentar algunos de los efectos que esta situación tiene para temas de la política exterior estadounidense.
1. Ya desde hace semanas indicamos que, pasara lo que pasara, el impacto inmediato de toda esta situación interna en EU, no podía ser positivo para Washington. Claramente, Biden estaba perdiendo fuerza y concentración. No podemos dejar de señalar que en estos momentos hay infinidad de asuntos internacionales en plena explosión, lo que incluye dos guerras mayores con múltiples aristas y vertientes cada una de ellas, además de otras situaciones en donde EU tiene intereses o en donde esa superpotencia compite por el poder, los cuales van desde Corea del Norte hasta Venezuela, desde Myanmar hasta el Sahel africano.
2. En todos esos sitios se estudia a detalle lo que está pasando en Washington y la conclusión no es difícil de imaginar. Para muchos, este no es sino un eslabón más de una larga cadena que marca el declive relativo de Estados Unidos, una superpotencia que desde hace años es incapaz de proyectar poder hacia afuera de manera consistente -sin vaivenes entre una presidencia y otra- y que en cambio tiene que estar continuamente concentrada en lo que pasa adentro. Una superpotencia que busca replegarse militarmente, cuya sociedad (aproximadamente 70% según encuestas), frustrada por fracasos como Irak o Afganistán, prefiere dejar de participar en asuntos internacionales o financiar guerras de terceros. Un país preocupado por sus déficits gemelos (fiscal y comercial), que en las últimas décadas solo es una máquina generadora de deuda y que, por tanto, si decide impulsar su competencia global, necesita pedir más y más dinero prestado para hacerlo. Un país en donde un expresidente que acusa al sistema de fraude electoral, que tiene varios cargos legales en su contra, incluidos 34 con veredicto de culpabilidad, y que acaba de salvarse de un intento de asesinato por unas pulgadas, es el favorito para ganar. Y ahora, un país en donde su actual presidente necesita retirarse de la contienda a última hora. Esta serie de lecturas, insisto, no son las mías. Eche ojo a documentos oficiales y no oficiales publicados en China, en Rusia o en muchos otros países. He participado en infinidad de foros en donde este tipo de interpretaciones se afirman una y otra vez por parte de funcionarios, ministros o exministros, académicos y periodistas.
3. Al margen de opiniones personales al respecto, el tema central es que el panorama que describo produce un vacío de poder, o al menos una percepción de vacío (tanto entre aliados como entre adversarios). Para una superpotencia como EU que necesita estar presente y activa en todas las regiones del planeta al mismo tiempo, lo que actualmente está ocurriendo con su proceso electoral funciona, por lo pronto, como un fuerte distractor que durará cuando menos de acá a noviembre. Pero incluso terminando con el proceso electoral, lo que se avecina para Washington no es simple.
4. Pongamos por ejemplo el caso de Ucrania. Recordar que ya por cuestiones de política interna, el paquete de ayuda que EU finalmente terminó por aportar a Kiev tardó prácticamente seis meses, lo que se sumó a la situación negativa que el ejército ucraniano estaba ya de por sí experimentando desde el último trimestre del 2023. Rusia recuperó la iniciativa de la guerra y terminó por ganar varias posiciones y amenazar seriamente con tomar otras. Ahora mismo, el ejército ucraniano finalmente logra detener esta última embestida rusa, pero necesita más respaldo de EU y Europa -respaldo político y militar- en un momento en el que Biden es percibido como débil, ahora ya cursando la última parte de su mandato sin demasiadas capacidades para revertir el rumbo que ha tomado la guerra, y ante la sombra de una posible victoria de Trump -quien ha anunciado que entrará en negociaciones con Moscú le pese a quien le pese.
5. Las otras alternativas que hoy se abren ante ese escenario son la de Kamala Harris -para lo cual primero, se tendría que confirmar su candidatura y segundo revertir las actuales tendencias electorales que favorecen a Trump- o bien, la de una competencia en el partido demócrata que aún durará semanas y que también tendrá que resultar en revertir las actuales tendencias electorales. Esto, como es natural, supone una enorme incertidumbre para Kiev (que actualmente sigue experimentando escasez de tropas y armamento) pues habrá que esperar varios meses para definir un panorama más claro, lo que significa que la situación de la guerra puede, o bien seguir favoreciendo a Rusia que podría aprovechar los vacíos percibidos, o bien permanecer estancada otro año más. No nos sorprenda si las ofensivas rusas reciben un mayor impulso todavía durante las semanas que siguen.
6. Otro ejemplo; Medio Oriente. Primero, quizás mirar lo que pocos -por la concentración de la atención en Gaza- están viendo en este momento, el nivel del progreso nuclear de Irán. Ante el fracaso de las negociaciones con Biden, su actual debilidad, el futuro incierto en su partido, y la prospectiva de Trump, la amenaza estadounidense de que "Irán no tendrá una bomba atómica al costo que sea", se siente completamente vacía, cosa que Teherán está aprovechando para enriquecer cada vez más uranio a mayores grados de pureza (según informes de la AIEA). Segundo, si volteamos hacia la guerra que Israel hoy libra contra Hamás y la Jihad Islámica, contra Hezbollah y contra los houthies, la percepción en toda la región es que Washington tiene demasiados asuntos en su cabeza, que Biden no tiene mucha capacidad para alterar el rumbo de las cosas y que, por tanto, solo la fuerza podrá hacer prevalecer las metas de cada uno de los actores involucrados, con todo el costo humano que esto conlleva.
7. Es de esperarse que Biden buscará en los meses que sigue enviar una serie de contramensajes en todos los temas que indico (y en muchos más que no puedo abordar ahora por falta de espacio). Es decir, ahí en donde hoy se le percibe ausente, buscará que esa percepción cambie. La pregunta es si, en esta última parte de su gestión y ante la debilidad que de él se percibe, logrará persuadir a los distintos actores de que EU no se ha marchado a ninguna parte, y que la superpotencia seguirá atendiendo todos esos asuntos internacionales incluso después del período electoral.
8. Por ahora permanecen muchas dudas al respecto. Tanto por efecto del "lame duck" de Biden, como por la posibilidad de que Trump llegue a la Casa Blanca, o incluso por la posibilidad de que llegue alguien como Harris que no ha tenido un rol central en esta serie de asuntos (salvo ocasionalmente ser el "policía malo" de Washington que dice cosas a Israel que Biden no puede decir, aunque esencialmente para efectos de las audiencias internas en EU). Aun así, si Kamala Harris llegase a ganar, la mayor probabilidad es que las posiciones que Biden ha sostenido al respecto de la OTAN, Rusia, China o incluso, salvo matices, al respecto de Medio Oriente, permanezcan sin mayores cambios.
Hay muchos otros asuntos que comentar al respecto de implicaciones de temas globales. Pero por ahora estaremos atentos primero a la posible confirmación de la candidatura de Kamala Harris, luego, a su desempeño en las encuestas una vez que transcurran algunas semanas de su campaña, y, por último, a cómo esto estará siendo leído en el mundo.