Cuatro años… ¿no son suficientes?
Este gobierno lleva cuatro años ejerciendo un poder absoluto, como no lo ha tenido ningún otro de los tres presidentes anteriores. Por tanto, lo que sucede hoy ya no es culpa de ningún gobierno anterior. Este gobierno tomó control del país al día siguiente de que el INE reconoció su triunfo en las urnas, imponiéndose sobre el presidente en funciones, debilitado y al parecer urgido de dejar el cargo.
El nuevo gobierno empezó a tomar decisiones importantes desde julio de 2018, por lo cual este será un sexenio de seis años y medio. Por esto, ya cumplieron cuatro años gobernando. En cuanto a seguridad pública se ha permitido, -por inacción-, que grupos delincuenciales tomen control absoluto de varias zonas territoriales del país, sin la protección de las instituciones del Estado Mexicano ni de sus leyes.
Es tal el abuso y la costumbre de evadir responsabilidades respecto a los graves problemas del sector salud, que Hugo López Gatell, durante su participación en la 75 asamblea de la Organización Mundial de la Salud, culpó a los estilos de vida fomentados durante los gobiernos neoliberales de los riesgos del Covid. Politizar hasta las tragedias personales que viven los mexicanos vulnerables refleja ausencia de calidad moral. La victimización en la narrativa gubernamental actual es cotidiana. Este gobierno culpa a los conservadores de no permitirle cumplir con sus responsabilidades, pues éstos luchan por conservar sus privilegios.
No es lo mismo estar de espectador en el rol de oposición -haciendo activismo social y político y prometiendo resolver los problemas complejos “en tres patadas”-, que asumir el compromiso de cumplir esas promesas desde un gobierno tan absolutista como el actual. Si los problemas no se resuelven, o es por incapacidad, o por falta de voluntad de quien debe dirigir las acciones correctivas.
El presidente Ernesto Zedillo en tan sólo tres años revirtió una de las peores crisis económicas que ha vivido México -que fue la de diciembre de 1994-, que generó una crisis financiera mundial denominada “El efecto tequila”. Aún con los cuestionamientos al Fobaproa, entregó unas finanzas sanas a su sucesor. El riesgo será que aprovechando su ineficiencia este gobierno nuevamente pida al pueblo su voto para tener más tiempo para cubrir sus promesas de campaña.
La crisis de seguridad pública es responsabilidad de los actuales funcionarios, pues fueron elegidos para resolver los problemas que en el momento de la elección existían. Aseguraron saber cómo hacerlo.
Leyes ‘a modo’
El diputado morenista Juan Ramiro Robledo Ruiz propone reformas constitucionales para que se excluya del ámbito de este importante recurso jurídico a tres conceptos estratégicos, que son: “áreas estratégicas de la economía nacional”, “bienes del dominio directo de la nación” y “planeación nacional del desarrollo”. En pocas palabras, para impedir que los amparos obstaculicen las obras estratégicas de la 4T, o sea, las favoritas del Presidente. La figura jurídica del “amparo” es uno de los íconos de la jurisprudencia mexicana y una aportación al mundo.
¿No mentir?
La promesa que se adjudica a Javier May -director general de Fonatur-, respecto a que las pensiones de los adultos mayores se irán incrementando año con año gracias a las ganancias que dejará el Tren Maya es una mentira descarada, pues el presidente Andrés Manuel López Obrador ya cedió al Ejército la administración y las posibles ganancias del Tren Maya. Está circulando en redes sociales un video grabado el pasado 28 de junio en una reunión de este funcionario público con habitantes de la comunidad Pomuch, en Campeche. Estaba haciendo estas cuentas alegres seguramente para convencer a los pobladores de las comunidades cercanas al Tren Maya de las bondades de esta megaobra. ¿Qué le parece?
RICARDO HOMS
Twitter: @homsricardoPresidente de la Academia Mexicana de la Comunicación