Dos meses
Claudia Sheinbaum cumplió este domingo dos meses en la Presidencia. Si alguien esperaba un sexenio lento y aburrido, se ha llevado una sorpresa: ha sido una administración trepidante aunque tropezada.
1.- Sheinbaum ha demostrado que ejerce la administración, pero no el poder. Su manera de enfrentar las crisis es más técnica que la de López Obrador. Para cada problema, anuncia una nueva base de datos. De entrada se ve más orden, pero aún es temprano para hablar de resultados. Sin embargo, el episodio de la reelección en la CNDH despejó la duda: el poder no está en Palacio, sino en Palenque. Y la doctora, resuelta a ejercer la administración del país, no se ve resuelta a ejercer el poder que implica la Presidencia. En mi opinión, en la lista de personas con poder en este país, ranquea primero López Obrador y segundo Adán Augusto.
2.- Los shows mediáticos. Es muy pronto para exigirle resultados en materia de seguridad. Pero sí se le puede exigir que no haga shows. La caminata en Culiacán, la Operación Enjambre en Edomex y el operativo en Izazaga 89 son golpes mediáticos. Nada más. No tuvieron resultados significativos (nada en Sinaloa, una alcaldesa en Edomex y siete millones de pesos en fayuca en Izazaga). De una científica se espera más profesionalismo y menos espectáculo. También se le puede exigir que no minimice los hechos de alto impacto: el alcalde descabezado en Guerrero, la masacre en el bar de Querétaro, el cuádruple de ejecuciones en Tabasco.
3.- Autoritaria. Se ve que no le gusta que le digan así. A nadie le gustaría. Pero los dos meses en el cargo han permitido exhibir que Claudia Sheinbaum está enamorada del proyecto autoritario: en ningún lugar del mundo se considera democrático coptar al Poder Judicial con una serie de maniobras turbias y desaparecer los organismos autónomos que vigilan al poder. Han intercambiado órdenes de aprehensión por votos, extorsionado, secuestrado, comprado. Inventaron una tómbola y acarrearon licenciados para tapar el vacío que le hizo la ciudadanía a su elección de jueces. En 2012, Claudia Sheinbaum ayudó a escribir el Proyecto Alternativo de Nación de AMLO. Ahí prometían fortalecer los organismos autónomos que vigilan al poder. En 2018 lo repitieron. Traicionó lo que prometió.
4.- Con Trump, lenta y contestataria. Ojalá funcione su estrategia, porque si no, pobre México. "A México se le respeta" ha dicho a sus dos principales socios. A Trump cuando amagó con aranceles. A Trudeau cuando dijo que no se puede comparar a México con Canadá. Nadie le está faltando al respeto. Canadá tiene razón. Ni en frontera ni en narco ni en contrabando son comparables. A Sheinbaum le sobran desplantes, a Trudeau le sobran contactos directos con Trump. La Presidenta mexicana habló con Trump dos días después que el premier canadiense. Mientras ella se envolvía en la bandera, él ya estaba cenando en Mar-a-Lago. A ver a quién le sale mejor.
5.- En economía suenan todas las alarmas. Desde que se perfiló su triunfo electoral, el peso se ha devaluado 25%. Es la Presidenta del dólar a 20… hasta ahorita. La actividad económica está estancada. Los indicadores tropiezan. Los pronósticos de crecimiento se recortan. La deuda, en récord. Como su plan económico no entusiasma y su estrategia frente a Trump no convence, las calificadoras ya le sacaron la tarjeta amarilla.
6.- Salud. No sólo en economía la cosa está a punto de reventar. En Salud le dejaron un desastre. Está peor. Las protestas en dos hospitales-orgullo (Cardiología e Infantil) son un síntoma.
Pero no se atreve a poner los puntos sobre las íes: no se atreve a cancelar la megafarmacia que es un inútil tiradero de dinero, no se atreve a culpar a quien endeudó al país porque esa deuda le sirvió para ganar la Presidencia y ensalza a la exsecretaria que construyó una refinería al triple de su presupuesto, en el doble de tiempo, que aún no refina y ha estado ahogada en escándalos de corrupción.
Carlos Loret de Mola
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