‘Déjame mis libros’, la súplica frente a los delincuentes
Cuando Enrique Peña Nieto llegó a la Presidencia y estaba armando el Pacto por México -la aprobación con el consenso de todos los partidos de un alud de reformas estructurales- encontró que la Reforma Educativa era el denominador común por donde podían arrancar. El PRD (aún no existía Morena) no quería la Reforma Energética, el PAN no quería la Reforma Fiscal, pero todos querían cambiar las leyes educativas del país porque compartían enemigos: la Reforma Educativa buscaba quitarle poder a “La Maestra” Elba Esther Gordillo, la líder del sindicato, y quitarle poder a la CNTE.
La aprobaron. “La Maestra” se resistió y terminó encarcelada. Y a la CNTE le congelaron cuentas, le asfixiaron las finanzas y le ahogaron su principal arma de control político: no se iban a poder heredar las plazas de maestros y ahora los maestros serían evaluados y sus posiciones sometidas a concurso. Es decir, un maestro dejaría de debérsela al sindicato y ahora sería mérito propio.
La reforma nunca cuajó del todo, pero sí perdieron mucho poder y capacidad de movilización tanto el Sindicato y la Coordinadora (CNTE). Por poco tiempo. Cuando llegó al poder López Obrador, con la CNTE como uno de sus principales respaldos, decidió entregarle el control de la educación en el país a los maestros radicales de la Coordinadora: les canceló la Reforma Educativa, les devolvió el poder perdido, convirtió a muchos de sus dirigentes en diputados y senadores de Morena, alguno llegó hasta gobernador y como colofón nombró a Leticia Ramírez, una de las suyas, como secretaria de Educación Pública.
López Obrador le dio todo a la CNTE y la CNTE se dobló. Durante el sexenio no fue el dolor de cabeza que solía ser. López Obrador gozó de una CNTE modosita que no bloqueaba calles, no cerraba carreteras ni asfixiaba por horas el tránsito vehicular en la Ciudad de México.
En los últimos días volvieron a sacar la cabeza. Ocuparon el Zócalo en la época de cierres de campaña y lo usan como ficha. Un juego de poder fácilmente detectable: quieren mantener en el próximo sexenio los privilegios que les procuró el obradorato. Y eso lo tienen que negociar con las candidatas que pueden ocupar la Presidencia.
El domingo 19 de mayo se plantaron ante Xóchitl Gálvez. El Gobierno federal morenista hizo todo para que se quedaran en el Zócalo. Y a sus órdenes, se quedaron. Ayer, para el cierre de campaña de Claudia Sheinbaum, el Gobierno federal morenista hizo todo para que se fueran del Zócalo… y a sus órdenes, la CNTE modosita se replegó: la aguerrida CNTE se hizo chiquita.
¿La educación de los niños? ¿El millón de niños que no regresaron a la escuela tras la pandemia? ¿La prueba PISA? ¿Los pésimos resultados de los estudiantes mexicanos en las evaluaciones? Ah, no. Ese es otro tema que no tiene la menor importancia. Favor de no estar distrayendo a autoridades políticas, autoridades educativas, maestros militantes y dirigentes sindicales con ese tipo de nimiedades.