Compra de medicamentos: crearon el caos; ahora quieren arreglarlo
El desabasto de medicamentos en los hospitales públicos es, con mucho, uno de los problemas más graves que generó este gobierno por sus decisiones equivocadas ante sospechas de corrupción que nunca documentaron ni acusaron. El desmantelamiento del sistema de compras que funcionaba en sexenios anteriores y la falta de conocimiento y de un plan alterno para comprar y distribuir las miles de medicinas que demanda el sector salud federal para tratar las enfermedades de los mexicanos, fue la principal causa de que en los últimos tres años, millones de pacientes de todos los estados de la República, lo mismo niños con cáncer, diabéticos, hipertensos, personas con VIH/SIDA o pacientes de enfermedades renales, vieran interrumpidos sus tratamientos, terapias y procedimientos, con un deterioro grave de su salud y en algunos casos hasta la muerte.
Sin menoscabo de la posible corrupción o los monopolios que operaban en la distribución de medicinas en todo el país, que por lo demás no terminó en denuncia o investigación alguna y mucho menos en ningún particular o empresa acusados de esa corrupción, el gobierno de López Obrador tomó decisiones caprichosas y sin sustento, en detrimento de la producción y abasto de sustancias y medicamentos necesarios para tratar enfermedades crónicas, provocando una de las peores crisis que se recuerden en el sistema de salud pública por el desabasto de medicamentos y tratamientos; eso combinado con la desaparición del Seguro Popular y su Fondo de Gastos Catastróficos y la creación de un Insabi en manos de improvisados en materia de salud, fueron el coctel perfecto para mermar la salud de millones de mexicanos de todas las edades, sobre todo de los de más escasos recursos que dependen totalmente del sistema de salud pública.
Un caso que documenta los graves errores cometidos por la Secretaría de Salud y por caprichos irracionales de funcionarios, como el subsecretario Hugo López-Gatell, apoyado y defendido hasta la ignominia por el presidente, es el de la producción de Metotrexato en plantas de laboratorios mexicanos que abastecían a los hospitales públicos de esa sustancia que es fundamental para las quimioterapias de personas que padecen cáncer.
El 21 de abril de 2021, según documentos en poder de esta columna, la Cofepris notificó a los Laboratorios Pisa, del cierre de su planta de producción de Metotrexato. En una diligencia realizada ese día, la comisionada de Autorización Sanitaria de Cofepris, América Azucena Orellana, acudió personalmente a la planta, para ordenar la clausura de la producción.
Desde que se efectúo esa suspensión el laboratorio ha presentado información y estudios que documentan la confiabilidad de sus procesos y el cumplimiento de todas las normas sanitarias en la producción de los oncológicos inyectables como el metotrexato; pero hasta la fecha la Cofepris se ha negado a reabrir las plantas de Pisa.
Pero ante el retraso en la compra de medicamentos por parte de la UNOPS, desde la Secretaría de Salud hay quienes buscan reactivar la producción suspendida en laboratorios nacionales, aunque según comentan fuentes de alto nivel de la Cofepris, el principal obstáculo para que se levanten las suspensiones y se puedan restablecer las compras del gobierno a estos, se llama Hugo López-Gatell.
La paradoja de toda esta historia es que el mismo subsecretario que se niega a otorgar la vacuna contra el Covid a niños mexicanos, bajo el argumento de que "tienen menor riesgo de muerte"; es el mismo que ahora tiene parada la producción de las sustancias oncológicas en laboratorios nacionales. ¿Por qué? Porque le da la gana y porque se lo permite su jefe y defensor, el presidente.