El día que Slim declinó ser candidato
En mayo de 2018, cuando faltaba cerca de mes y medio para las votaciones presidenciales de aquel año, el PRI y el PAN buscaron hacer un último intento desesperado para evitar el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, que en ese momento ya daban por hecho todas las encuestas y sondeos que medían aquella carrera presidencial. En la residencia oficial de Los Pinos, el presidente Enrique Peña Nieto y su entonces secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, acordaron un plan para sustituir al candidato del PAN, Ricardo Anaya, que iba en el segundo lugar de la contienda, para poner en su lugar a un "candidato altamente competitivo" que pudiera pelearle el triunfo a López Obrador.
De acuerdo con fuentes que participaron en aquel episodio, Peña y Navarrete mandaron llamar a Los Pinos a Santiago Creel Miranda para plantearle la tarea de que convenciera a Anaya Cortés de declinar su candidatura, para dar paso al candidato que, creían, podría derrotar al candidato puntero de Morena. Cuando Creel escuchó la propuesta, preguntó quién sería el abanderado sustituto para el PAN y la respuesta del Presidente y el Secretario de Gobernación sorprendió al panista: el ingeniero Carlos Slim Helú. Si los panistas podían convencer a su candidato de que renunciara a la postulación, Peña Nieto se comprometía a hablar con Slim y convencerlo de que se postulara y se enfrentara a AMLO.
Creel aceptó plantearle la declinación a Anaya, aunque aclaró que la decisión sólo le correspondería al candidato panista y pidió un par de días para llevar una respuesta a Los Pinos. Mientras tanto, Navarrete Prida operó una reunión entre Carlos Slim y el Presidente, pidiéndole al empresario que acudiera a Los Pinos. Una vez que llegó la respuesta del PAN, anunciando la aceptación de su candidato para renunciar y dar paso a la postulación el empresario más rico de México, el Secretario de Gobernación confirmó la audiencia y le comunicó al presidente Peña Nieto que el resto estaba en sus manos para convencer a Slim Helú de aceptar la candidatura panista a la Presidencia de la República.
El tiempo apremiaba porque el calendario electoral de aquel año marcaba el 2 de junio como la fecha límite para sustituir candidatos a la Presidencia y después de esa fecha se mandarían a imprimir los millones de boletas electorales que se utilizarían en las votaciones de aquel año. Es decir, que estaban a unas semanas del plazo legal para que el PAN solicitara la sustitución de Ricardo Anaya y le comunicara al INE que el nombre de su nuevo candidato presidencial era el de Carlos Slim Helú.
En la versión que dan las fuentes involucradas en aquella operación inusual en la política mexicana, Slim se presentó puntual a la audiencia con el presidente Peña Nieto y, en presencia de Navarrete Prida, le hizo directamente la propuesta de postularlo a la elección presidencial, a partir de que ya el PAN y su candidato Ricardo Anaya habían aceptado la sustitución. El ingeniero escuchó, entre interesado y sorprendido, el ofrecimiento del que se dijo halagado, pero dijo que era una "decisión difícil" que necesitaba tiempo para pensarla y que tendría que consultar a su familia, a los socios y accionistas de sus empresas antes de tomar una decisión.
Peña Nieto aceptó darle el tiempo que pedía el ingeniero y dos días después lo volvió a recibir en su despacho de Los Pinos. "Depende de usted convencerlo", le dijo su Secretario de Gobernación, que era el contacto entre el empresario y el mandatario. Aquel día de finales de mayo, de regreso en la residencia presidencial, Carlos Slim llevaba ya una respuesta y una decisión tomada, a partir de las consultas que había realizado tanto con sus familiares, amigos más cercanos y los accionistas principales de sus compañías.
En la intimidad y la privacidad del despacho del Presidente, el ingeniero que desde hace años figura como el empresario más rico de México y que también apareció en varias ocasiones encabezando la lista de multimillonarios del mundo de la revista Forbes, le dio su respuesta a Peña Nieto: no podía aceptar la postulación como candidato presidencial por el PAN, porque aunque valoraba y agradecía el ofrecimiento, no se sentía en condiciones de terminar el mes restante de la campaña, además de que sus socios y accionistas no habían estado de acuerdo con la idea de que se lanzara por la Presidencia.
El Presidente insistió y le pidió reconsiderar y pensar en el futuro del país, pero no hubo poder humano que convenciera a Carlos Slim de aceptar enfrentarse a un López Obrador que ya se veía como seguro ganador de la elección presidencial. Hoy, a juzgar por la estrecha relación personal y de negocios que existe entre las empresas de Slim y el gobierno de López Obrador, del que ha sido uno de los empresarios más beneficiados, aquella decisión del ingeniero terminó siendo la más conveniente para él y sus negocios. Y el resto de la historia es de todos conocido... Los dados mandan Serpiente Doble. Sábado de eclipse solar.