El Poder Judicial en Palacio Nacional, mientras más lo denigran, más se arriman

El Poder Judicial en Palacio Nacional, mientras más lo denigran, más se arriman, escribe Salvador García Soto en #SerpientesYEscaleras

Como si se tratara de una relación de codependencia, donde una parte es victimaria y la otra víctima, la relación entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial, en tiempos de la 4T, empieza a volverse cada vez más extraña y enfermiza.

Primero porque al ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia, Arturo Zaldívar, le ha dado por acudir sumisamente a los llamados del Presidente y este miércoles -por segunda ocasión en menos de dos semanas- se le vio en Palacio Nacional justo cuando están por discutirse temas de mayor trascendencia como las cuestionadas leyes eléctrica, de telecomunicaciones y de hidrocarburos; y segundo porque, sin importar la prestancia y sumisión con la que el titular de la Corte acude a las invitaciones a la casa del Presidente, ahí mismo un colaborador directo del Ejecutivo, como el secretario de Marina, Rafael Ojeda, se lanza con todo contra los juzgadores, magistrados y ministros y declara que “parece ser que el enemigo lo tenemos en el Poder Judicial”.

¿De qué sirve entonces que, un día sí y otro también, el ministro presidente de la Suprema Corte le reafirme al Presidente una cortesía que muchos interpretan como “lealtad”, si de cualquier modo desde la Presidencia y el gabinete van a seguir cuestionando, descalificando y poniendo en duda el trabajo y la honorabilidad de todos los jueces, magistrados y ministros con afirmaciones que generalizan y ofenden a los profesionales de la impartición de justicia?

Porque además, el miércoles que el ministro Zaldívar acudió supuestamente a “un desayuno” con el Presidente no fue solo y lo acompañaron otros dos ministros de la Corte, Jazmín Esquivel Mossa y Juan Luis González Alcántara, que también estuvieron dialogando en privado con López Obrador “sobre la reforma energética” que muy pronto tendrán que votar esos mismos ministros.

Esa reunión privada y secreta entre el Presidente y tres ministros de la Corte, no fue ni siquiera una “reunión institucional” entre los dos Poderes de la Unión, porque si lo hubiera sido

hubieran invitado a los 11 ministros del pleno.

Luego entonces la pregunta vuelve a ser la misma: ¿de qué les sirve a ciertos ministros apoyar denodadamente al Presidente y acudir sin pudor a su encuentro a Palacio cada vez que los llaman, si de cualquier modo desde la sede del Ejecutivo siempre están acusando de corrupción y deshonestidad a los jueces y a todo el Poder Judicial, sin hacer precisiones ni distinguir entre

los juzgadores corruptos, y los integrantes del sistema de impartición de justicia que están ahí por verdadera vocación y que realizan su trabajo con honestidad, profesionalismo y compromiso con la impartición de justicia?

Tal vez es que algunos ministros, seducidos por el carisma del Presidente y por querer creer que le deben el cargo al titular del Ejecutivo que los propuso, se olvidan de que ellos representan a otro poder del Estado mexicano que es autónomo e independiente, y que lejos de tener que actuar como súbditos o empleados del presidente López Obrador, tendrían que actuar como sus pares

que son, porque según la Constitución ellos tienen exactamente el mismo nivel que tiene el Ejecutivo.

El día que los miembros de la Corte dejen de supeditarse a los designios de la Presidencia de la República, como alguna vez lo hizo un ministro de nombre Arturo Zaldívar, que se le rebeló al presidente que lo propuso para el cargo, Felipe Calderón Hinojosa, tal vez empecemos a vivir la separación y el equilibrio de poderes en la que se basa nuestro sistema político.

Lástima que al Zaldívar presidente, que hoy se amilana y se allana ante la silla presidencial, se le olvidó cómo actuaba el Zaldívar ministro que rechazaba que le dijeran cómo emitir sus fallos y resoluciones desde la Presidencia… Los dados mandan Serpiente Doble. Semana negra.