El Presidente opera para revocación de mandato
Desde Palacio Nacional, Andrés Manuel López Obrador se metió a operar personalmente para asegurar la aprobación de la Ley de Revocación de Mandato que se ha convertido en una prioridad, pero también en una obsesión para el mandatario. En una reunión que sostuvo ayer con algunos de sus más cercanos colaboradores, el Presidente revisó la votación que tuvo lugar en las comisiones legislativas, en la que se aprobó el dictamen de la iniciativa que se pretende aprobar en un periodo extraordinario de sesiones en el Senado antes del 1 de septiembre.
La urgencia que tiene el Presidente para que salga la Ley de Revocación se reflejó en la instrucción directa que les dio a sus colaboradores para que hablaran con los dirigentes del Partido Verde Ecologista de México porque sus senadores y diputados no votaron a favor del dictamen en la reunión de las Comisiones de la Permanente que se realizó el pasado lunes. “Tenemos que asegurar los votos de los Verdes para la votación en el pleno”, ordenó.
Es tanta la premura y el interés que tiene López Obrador, que se dio la instrucción precisa y contundente desde Palacio: la Ley de Revocación debe quedar aprobada, en un periodo extraordinario de sesiones, tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados, antes del 1 de septiembre.
El mandatario y su partido saben bien que con la nueva composición que habrá en la Cámara de Diputados a partir del 1 de septiembre, será más complicado reunir los votos suficientes para aprobar una ley tan polémica.
La oposición sabe muy bien que detrás de tanta insistencia de López Obrador y del discurso de fomentar la “democracia participativa” y la participación de los ciudadanos, hay también un fuerte cálculo político del Presidente que le apuesta, más que a una revocación, a una “ratificación de mandato” con la que él ganaría más fuerza y legitimidad, al mismo tiempo que se fortalecería en los dos últimos años de su sexenio y de paso seguiría en campaña apoyando a su partido y a sus candidatos de cara a la sucesión presidencial de 2024.
Por eso el Presidente ayer dejó de lado los asuntos y problemas urgentes para el país y lejos de hablar del Covid-19, de la inseguridad o las dificultades económicas que enfrentan los mexicanos en medio de la crisis, reunió a sus colaboradores más cercanos, entre ellos la secretaria de Gobernación, el consejero jurídico, el coordinador de asesores y algunos otros que estuvieron presentes, para pedirles que se metan a operar de lleno la aprobación de la ley de Revocación consiguiendo los votos necesarios del PVEM.
Qué tanta será la obsesión presidencial en el tema de la revocación que mañana mismo en el pleno de la Comisión Permanente, Morena pedirá un periodo extraordinario exclusivo para votar esa ley. El jueves sesionaría la Permanente para votar la revocación, en los términos que se aprobó en las comisiones, y el viernes estaría sesionando el Senado de la República en extraordinario para votar esa misma ley, que se enviaría de inmediato a San Lázaro, para que el lunes a más tardar los diputados la voten también en un periodo extraordinario.
Así, en un proceso legislativo “fast-track”, pocas veces visto, la voluntad presidencial, que ordenó que “antes del 1 de septiembre la Ley de Revocación de Mandato debe estar aprobada” para que no se contamine con la nueva Legislatura de San Lázaro y su alianza opositora que enfrentará a Morena y sus aliados, sería cumplida. El Huey Tlatoani habló desde su pirámide de triplay y sus leales e incondicionales legisladores, tanto los morenos como los verdes, se disponen a cumplir la voluntad del emperador que, a 500 años de la caída de la gran Tenochtitlan, aún se niega a reconocer la conquista y pretende imponer su sagrada y divina voluntad… Se agitan los dados. Capicúa.