El regreso minado de Ricardo Anaya

Reconocido oficialmente por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación como víctima de una campaña negativa por “uso parcial de recursos” de la extinta PGR del presidente Enrique Peña Nieto, y exonerado por la misma procuraduría antes de su desaparición en diciembre de 2018, Ricardo Anaya Cortés, excandidato presidencial del PAN, prepara su regreso a la política en activo en los próximos meses, luego de un largo silencio en el que se mantuvo tras la derrota en las elecciones presidenciales de 2018, en las que, de acuerdo con el fallo de los magistrados electorales de mayo pasado, fue afectado en su campaña por el “uso indebido de recursos públicos que alteraron la equidad de la contienda”.

El primer paso para su regreso será la academia, luego de que la UNAM lo invitara a impartir cátedra en un diplomado sobre “Política Contemporánea” que inicia este viernes 6 en la Facultad de Ciencias Políticas, según informó él mismo en sus redes sociales.

Pero el siguiente paso que tiene previsto el excandidato y exdirigente panista, es volver a hacer presencia y trabajo político activo en su partido con miras a buscar una candidatura a un cargo de elección popular en el 2021.

Según comentan allegados al llamado “joven maravilla”, Anaya se plantea dos opciones para su regreso político definitivo a partir del próximo año: la primera sería ser candidato a diputado federal y la segunda buscar ser candidato a la gubernatura de Querétaro.

Hasta ahí todo pinta bien para Anaya, que ni legal ni políticamente tiene impedimento alguno para volver a hacer política y a buscar cargos de elección, e incluso sigue teniendo una presencia importante en las posiciones partidistas a través de políticos de su grupo que controlan áreas estratégicas del PAN como el dirigente nacional Marko Cortés, una buena parte de los integrantes del CEN y varios senadores y diputados de las bancadas blanquiazules en el Congreso.

Sin embargo hay un tema que aún obliga a Anaya a manejarse con tiento y a no acelerarse.

Porque en la Fiscalía General de la República se maneja información de que, a pesar de la exoneración pública que hiciera la antigua Seido, en un comunicado firmado el ex subprocurador, Alonso Israel Lira, el 28 de diciembre de 2018 por el delito de lavado de dinero, todavía quedan abiertas algunos partes de aquel expediente judicial que se le abrió al el excandidato presidencial y esos expedientes ahora son parte de las investigaciones que la PGR de Peña Nieto heredó al fiscal Alejandro Gertz Manero.

Y aunque nada indica, por ahora, que el fiscal Gertz o el gobierno de López Obrador tuvieran interés en retomar una indagatoria contra Anaya, sobre todo a partir del fallo del Tepjf, los abogados del queretano aún tratan de cerrar cualquier resquicio legal y judicial en contra de su representado.

Veremos pues si Anaya puede volver a ser una figura política de primer nivel en el PAN y si, el liderazgo y el control que hábilmente construyó en el panismo, aún a costa de excluir y golpear a otros grupos tradicionales del panismo, puede volver a retomarlo en un escenario político muy distinto al del sexenio de Enrique Peña Nieto, en donde el joven diputado Anaya Cortés pasó de ser un “consentido y cercano” de Los Pinos y de figuras del peñismo como Luis Videgaray y el mismo expresidente, a convertirse después, por diferencias y traiciones políticas, en un “aborrecido traidor” y perseguido por el grupo político mexiquense, entre otras cosas porque se negó a cumplir un pacto para renunciar a su candidatura para apoyar al candidato del PRI en 2018, José Antonio Meade.