Gobernadores y alcaldes, otro "talón de Aquiles" de la 4T
En su propia tierra, Macuspana, Tabasco, el presidente Andrés Manuel López Obrador decidió cortar su discurso, al enfrentar la molestia de pobladores que le gritaban consignas y reclamos al alcalde de Morena, Roberto Villalpando, y al gobernador, también morenista, Adán Augusto López. "Miren ahí están los gritos… ¿que ganamos con eso? ¿Van a seguir gritándole al presidente municipal?", preguntó el presidente a la multitud enardecida: "Sííí", le respondieron. "Pues yo no estoy de acuerdo", dijo el mandatario que se quedó callado e interrumpió molesto su discurso.
La escena, que claramente incomodó y molestó la gira presidencial que se proponía ser un "diálogo con el pueblo chontal" ocurrió justo en el municipio de donde es originario el presidente, quien se negó a escuchar los reclamos en contra del alcalde: "ya no voy a seguir hablando porque así no se puede", dijo mientras calificaba esos reclamos como "grilla y politiquería". Así, el presidente se ofendió por un reclamo que no era para él, pero sí para los dos gobernantes locales de su partido a los que decidió defender al grado de suspender su discurso y hacerse el ofendido.
Muy distinto actuaba el presidente cuando, al inicio de su gobierno, la gente solía abuchear y gritarles a los gobernadores de oposición durante las giras presidenciales en los estados. Entonces nunca suspendió un discurso ni se molestó por los gritos, a lo sumo llegó a pedirles a sus seguidores, entre sonrisas cómplices, que "respeten al gobernador, somos amigos".
Hoy, cuando se trata primero de su tierra natal y luego del alcalde y del gobernador de su partido, López Obrador sobrerreacciona y hace suyo un reclamo que no era para él. De paso, descalifica las expresiones de la gente en contra de sus autoridades locales, al llamarlas "grillas y politiquerías", sin tomar en cuenta que se trata de sus mismos paisanos y base social, quizá de las más fieles que tenga en el país, que están inconformes con las decisiones y políticas del alcalde Villalpando y del gobernador Adán Augusto.
Con esa reacción iracunda y que descalifica a sus seguidores, el presidente no está viendo el fondo del asunto que emergió ayer domingo en Tabasco, pero que está ocurriendo en casi toda la República: una buena parte de las autoridades locales emanadas de Morenas, síndicos, alcaldes y gobernadores, están enfrentando rechazo y fuertes cuestionamientos a sus administraciones y a la forma en que están gobernando. La prueba de la plaza casi nunca la pasan las autoridades locales y en este caso tampoco las de Morena.
La escena de ayer domingo en Macuspana podría haber sido en Veracruz, en Chiapas, en Morelos o en alguna alcaldía de la Ciudad de México, todas ellas gobernadas por alcaldes o mandatarios estatales morenistas, cuyas gestiones están resultado tan fallidas para atender los reclamos básicos de la población, ya sea por falta de experiencia, por soberbia o por malas decisiones administrativas y presupuestales, que la gente se dice decepcionada de Morena en esos niveles de gobierno.
Eso es algo que, aunque claramente no están midiendo en Palacio Nacional, le explotará a Morena y al propio presidente en las próximas elecciones de este 2020 y 2021 en donde la inconformidad que ya se hace pública incluso en las giras del presidente, va a provocar serios reveses al partido gobernante y a la 4T sobre todo a nivel del voto en alcaldías. Ese será otro "talón de Aquiles" para el proyecto lopezobradorista si no se exige a los alcaldes y gobernadores emanados del partido oficial que se pongan las pilas y atiendan el descontento y la molestia de sus gobernados. Alguien tendría que decirle al presidente que, más allá de las "grillas y politiquerías", la inconformidad de la gente contra sus alcaldes y gobernadores, por más amigos suyos que sean, le va a generar un problema electoral si no se hace algo más que molestarse y parar un discurso.