La conexión Peña-Salinas
Si en la punta del iceberg de la corrupción del sexenio pasado están los casos documentados y procesados de excolaboradores cercanos del presidente Peña Nieto, como Emilio Lozoya, Rosario Robles y al menos una veintena más de nombres que se están investigando e integrando expedientes, en la base de ese enorme témpano y en el centro de la madeja de negocios millonarios realizados desde el poder y para beneficio del poder hay una alianza político-financiera que atraviesa toda la corrupción sistemática que se vivió en los seis años del gobierno anterior: el acuerdo entre Enrique Peña Nieto y Carlos Salinas de Gortari.
Para llegar a esa base del iceberg, a lo que se considera la "corrupción de alto nivel" en el sexenio anterior, hay dos expedientes que son claves, por el nivel de información que pueden proporcionar sobre el pacto que operó entre el presidente Peña y el expresidente Salinas. El primero es, sin duda, el de Emilio Lozoya Austin, quien en sus intentos por librar las órdenes de aprehensión en contra suya y de su familia, busca hablar de todo el esquema de corrupción en Pemex. Y el otro caso que puede dar información directa para llegar a los grandes negocios del sexenio peñista es Genaro García Luna, por ser el funcionario que atravesó y conectó los últimos tres sexenios y que colaboró con un diseño de negocios desde el poder en el tema de la seguridad pública.
Todo se remonta a los primeros años del sexenio 2012-2018. Ante la inquietud y el nerviosismo del expresidente, que reclamaba que el inquilino de Los Pinos correspondiera al apoyo y asesoría que él le brindó para llegar al poder, Peña Nieto decidió "concesionarle" al exmandatario, como una suerte de "terapia ocupacional" dos sectores estratégicos y con posibilidades enormes de hacer negocios: el sector energético, particularmente las rondas petroleras de la Reforma Energética y la concesión de nuevos yacimientos y plataformas petroleras; y la construcción de infraestructura para la seguridad pública, en forma de reclusorios que se concesionaban en un esquema público-privado.
Si en el tema petrolero Lozoya fue el operador incondicional colocado por el mismo Salinas para manejar todos los contratos de Pemex, con sus respectivos negocios y comisiones, en el tema de seguridad García Luna fue quien diseñó el modelo de construcción de reclusorios concesionados a grandes empresarios que, a cambio de un contrato millonario del gobierno federal, pagaban una generosa comisión que era repartida entre las dos cabezas principales: el presidente y el expresidente.
En el caso de los reclusorios, una fuente que participó de ese esquema y que obtuvo un contrato, asegura que él supo por lo menos de 7 reclusorios asignados para su construcción y operación a grandes empresarios mexicanos. Cada contrato era cercano a los 7 mil millones de pesos y el negocio era redondo para todos.
Cuenta el empresario, cuya identidad pidió no revelar, que en el proceso de negociación con el exmandatario, había varias reuniones en su casa del sur de la ciudad y cuando todo estaba listo, solía llamar para decir en clave: "está listo el tema, no te olvides de mandar el vehículo", con lo que se refería al dinero que era repartido.
Lo interesante es ver si Genaro García Luna, que tuvo que ver con el diseño del modelo de la construcción de reclusorios, es parte de lo que podría darle como información a las autoridades de EU.
Ya se verá qué tanto de la citada conexión Peña-Salinas aflora en la "voluminosa información" que dicen tener el fiscal estadounidense sobre el caso de García Luna y qué otro tanto se va documentando desde acá a través de las indagatorias de la UIF y la FGR e incluso de los posibles testimonios de empresarios que hoy parecen dispuestos a hablar y a colaborar con la 4T para desvelar la que llaman "la verdadera corrupción, la de alto nivel" que ocurrió en el sexenio peñista. ¿Qué tanto tomará llegar a la base del iceberg? Es un tema en el que no parece haber prisa, pero tampoco pausa.