Los saldos de la votación en la Corte
Una votación histórica y tan observada como la que tuvo el jueves la Suprema Corte no puede estar exenta de que en el resultado final haya un balance sobre lo ocurrido y sobre quienes salieron bien y mal librados de la decisión trascendental. De entrada, en el juicio popular y de opinión pública que se erigió contra los ministros juzgadores que hoy fueron juzgados, el más dañado sin duda fue el ministro presidente de la Corte, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, quien se expuso de más y asumió la mayor parte del costo al haberse inscrito como el primer orador que salió a combatir la ponencia del ministro Luis María Aguilar y a defender la constitucionalidad de una Consulta Popular que, si bien era un ejercicio de democracia ciudadana y participativa, también era la apuesta política del Jefe del Ejecutivo federal al que defendió con vehemencia el presidente de otro poder autónomo.
Zaldívar pudo y debió ser el orador final y el voto que definiera, como correspondía a su investidura, pero eligió ser el ariete de una propuesta claramente marcada con el sello del presidente López Obrador y de la 4T. Lo más grave para el presidente de la Corte es que al final no terminó bien ni con Dios ni con el Diablo. Porque aunque fue parte fundamental de una aprobación que celebró López Obrador, también tuvo que aceptar y participar la modificación de la pregunta original planteada por el Ejecutivo, algo que en su intención de ser tan neutro y cuidadoso de no afectar las garantías individuales, que terminó no sólo desagradando al Presidente, quien la consideró "confusa y poco clara", sino también abriendo la posibilidad de que, más que un juicio a los cinco expresidentes que se pretendía , se pueda revisar, investigar y procesar a todas "las decisiones políticas tomadas en años pasados por los actores políticos", algo que si bien abarca los 30 años del llamado "neoliberalismo", también abre la puerta para que sean investigados o enjuiciados los "actores políticos" del presente, es decir López Obrador y de sus secretarios de Estado.
Por lo demás los ministros que terminaron votando a favor y los que lo hicieron también en contra, salvo honrosas excepciones, no tuvieron mucho margen ante el despliegue de operadores políticos que se metieron a la operación y el cabildeo de las dos posiciones en este asunto. De un lado, promoviendo votos en contra y hablando con varios ministros para que rechazaran el proyecto de López Obrador y avalaran el dictamen de inconstitucionalidad de Luis María Aguilar, se vio a Eduardo Medina Mora. El exministro de la Corte que renunció a su ministerio antes de concluir en medio de señalamientos de movimientos financieros no explicados, se dedicó a hablar con varios de sus excompañeros para buscar una mayoría que declarara la inconstitucionalidad de la consulta.
Del otro lado, a favor de la constitucionalidad del ejercicio que propuso López Obrador, quien operó fuerte fue el consejero Jurídico de la Presidencia, Julio Scherer Ibarra, quien lleva por encargo directo del Presidente la relación entre el Poder Ejecutivo y el Judicial. Scherer estuvo hablando con varios de los ministros y revisando quiénes apoyaban o no la propuesta presidencial y fue, en gran medida, el responsable de construir la apretada mayoría que terminó avalando, primero la constitucionalidad de la Consulta Popular, y luego la modificación de la pregunta y la nueva redacción que terminaron aprobando ya no seis, sino 8 ministros a favor y 3 en contra.
Así que al final esta votación, con todos sus saldos y costos para los ministros, dejó en claro que la Corte, al igual que el resto del país, acusa ya también los efectos de la polarización política que vivimos. El tribunal supremo del Poder Judicial está dividido en dos grandes bloques: de un lado un ala proclive al actual gobierno, en el que se ubican claramente 4 ministros; del otro el ala contraria y adversa a esta administración, donde hay otros 4 ministros claramente identificados, y en medio al menos tres ministros que no quieren definirse por ninguno de los dos bloques y que, manteniendo su independencia, pueden inclinar la balanza para uno u otro lado, como en este caso lo hicieron al darle la mayoría a la primera Consulta Popular que conoceremos los mexicanos con una pregunta que quedó tan abierta y neutral, que lo mismo puede servir para revisar la actuación de los últimos cinco expresidentes de México, que para revisar los primeros años del actual gobierno de López Obrador y sus "decisiones políticas" no siempre acertadas.