¿Quién se lleva el voto joven?
Una de las primeras consecuencias de la estrepitosa caída de Samuel García y de la crisis que ocasionó en Movimiento Ciudadano, será que el voto de los jóvenes en la elección presidencial de 2024, que veían en el mediático gobernador y su esposa influencer una alternativa con la que conectaban, vuelve a estar suelto y no se ven en este momento opciones entre las dos precandidatas ya formales que intenten resultar atractivas a los electores que votarán por primera o segunda vez en una elección federal.
A pesar de la frivolidad y la vacuidad de la efímera campaña del Gobernador de Nuevo León, su lenguaje simple y el manejo habilidoso de las redes sociales, lo hicieron llamar rápidamente la atención de los votantes más jóvenes que, en contraste con los discursos farragosos de otras candidatas y sus estilos de comunicar más formales, tradicionales o acartonados, veían en el estilo desparpajado del fallido precandidato norteño y en sus tenis "fosfo, fosfo", mensajes que se acercaban más a las figuras que hoy admiran y siguen los votantes primerizos de 18 años, más vinculadas a los llamados influencers de las redes y el Internet que a los políticos tradicionales.
El problema es que ni Claudia Sheinbaum ni Xóchitl Gálvez parecen estar pensando en el electorado joven. Prueba de ello es que en las recientes presentaciones de sus equipos de "expertos" que comenzarán a realizar diálogos o foros para recabar propuestas en las materias y problemáticas más importantes para los mexicanos como la salud, la seguridad, la justicia, el deporte, la educación y la cultura entre otras, el promedio de edad de los personajes que presentaron tanto la morenista como la precandidata frentista, debe andar por los 60 años y en ninguno de los dos grupos se incluyeron rostros o liderazgos jóvenes que estén pensando en propuestas y soluciones para ese sector de la población.
Claudia presentó como sus mejores cuadros para elaborar su propuesta de gobierno a un grupo formado por personajes como Juan Ramón de la Fuente, Javier Corral, Arturo Zaldívar, Gerardo Esquivel, Susana Harp, Omar García Harfuch, Alejandro Murat, entre otros; mientras que Xóchitl Gálvez se rodeó también para su campaña y sus planes de gobierno de políticos como Enrique de la Madrid, José Ángel Gurría, Carlos Urzúa, Salma Jalife, Consuelo Zaizar y Rosanety Barrios. En ambos equipos hay sí gente de experiencia, políticos y funcionarios que vienen de distintos partidos y sin duda varios expertos en los temas que manejan, pero ninguno de ellos es joven ni le dice nada a los nuevos votantes.
De acuerdo con las estadísticas electorales del INE, el electorado joven, que se ubica entre los 18 y los 29 años, es el grupo poblacional que presenta más abstención en los procesos electorales. En 2018 sólo votó 53% de los jóvenes registrados ese año en el padrón electoral, que esa elección presidencial sumaban en total 25 millones de electores que representaban 30% del padrón. En estas elecciones presidenciales de 2024 el número de jóvenes de 18 años o más que votarán por primera vez suman 15 millones, a los que se deben añadir unos 15 millones más cuyas edades fluctúan entre los 21 y los 29 años.
Se suele decir que "los jóvenes no votan porque no les interesa la política" y aunque hay algo de razón en el lugar común, la realidad es que los promedios de edad de los candidatos y liderazgos de la mayoría de los partidos están muy alejados del sector juvenil que encuentra pocos espacios para participar electoralmente. Si la mayoría de los candidatos superan los 40 años de edad, ¿cómo pretenden atraer la atención de los votantes primerizos o motivar su participación con candidatos, propuestas y discursos que no les dicen nada a los más jóvenes, que tampoco se identifican ni se sienten representados en la oferta de los partidos políticos?
Si bien en 2018, al ser un partido nuevo y emergente, con un candidato carismático como López Obrador y un discurso antisistémico y de cambio, Morena atrajo y capitalizó la mayor parte del voto joven, cinco años después las nuevas generaciones de votantes se han desencantado del partido gobernante, porque han vivido en un sexenio polarizado, un país con una violencia creciente, una pandemia que los afectó particularmente a los jóvenes estudiantes y un Presidente que envejeció con el poder y que todos los días ataca y fulmina a distintos sectores desde sus mañaneras, y que sólo habla de los jóvenes como clientelas políticas para sus becas y subsidios.
Y del otro lado, en el Frente Amplio Opositor, tal vez la figura de Xóchitl Gálvez, por su sencillez y frescura, conecte un poco más con algunos sectores de la juventud, pero para la mayoría de los jóvenes votantes, especialmente los primerizos, las losas que pesan sobre la candidata opositora, el PRI y el PAN marcadamente, se relacionan en la visión de ese sector, con corrupción, violencia y saqueo de los recursos públicos porque esa es la imagen que ellos tienen de los dos viejos partidos.
¿Y entonces? ¿Hacia dónde podrá moverse el voto joven en 2024 o qué opciones políticas lograrán captar la atención de casi 30 millones de votantes de entre 18 y 29 años? Porque si, tras el derrumbe del candidato "fosfo", las otras dos candidatas se siguen rodeando de colaboradores y equipos más cercanos a la tercera edad y no tienen un discurso y una propuesta que resulte atractiva para el sector que representa cerca de 35% del padrón nacional, lo más probable es que volvamos a ver una enorme abstención entre los votantes primerizos a los que no están volteando a ver ni Claudia Sheinbaum ni Xóchitl Gálvez… Los dados mandan Serpiente Doble. Descendemos.