Bilateral AMLO-Biden: chocan discursos y visiones
En vísperas de la Cumbre de Líderes de Norteamérica, en la reunión bilateral México-Estados Unidos que tuvo lugar la tarde de ayer en Palacio Nacional, hubo un choque de posiciones entre el presidente anfitrión y el presidente visitante. Los discursos inaugurales de los dos mandatarios, al frente de sus respectivos gabinetes, difirieron sobre las prioridades que cada uno de ellos ve para este encuentro binacional y dejaron en claro que, tras la cortesía política y la "amistad" que se profesaron los dos presidentes en la víspera, hay también visiones distintas y distantes sobre las prioridades de la relación binacional.
Del lado mexicano, Andrés Manuel López Obrador reclamó en su discurso "olvido, abandono y desdén" de Washington hacia Latinoamérica y El Caribe; propuso a Biden que sea el impulsor de una "nueva política de integración económica y social" para el continente americano, al tiempo que llamaba al "humanismo" en la visión estadounidense y reprochaba la falta de inversión de Estados Unidos para ayudar a todos los países latinoamericanos, diciendo que desde que John F. Kennedy impulsó la "Alianza para el Progreso" en los 60 con una inversión de 10 mil millones de dólares, no se volvió a ayudar desde la Casa Blanca a los países latinoamericanos. "Presidente Biden, usted tiene la llave para abrir y mejorar las relaciones entre todos los países del continente americano", le dijo el mandatario mexicano al visitante.
La respuesta de Biden no pudo ser más directa, pero también más opuesta y dejó entrever incomodidad ante las acusaciones de "abandono, olvido y desdén" hacia el Gobierno de Estados Unidos: "Quisiera aclarar que en los últimos 15 años hemos gastado miles de millones de dólares en este hemisferio, decenas de miles de millones de dólares en el hemisferio, pero lo que debemos hacer es algo que usted ha hecho, que es seguir construyendo instituciones democráticas en el hemisferio", dijo de entrada el mandatario estadunidense, luego definió las prioridades para su país para profundizar la integración con México y con Latinoamérica: "Esto incluye fortalecer nuestras cadenas de suministro para que seamos más competitivos; vamos a hablar también sobre nuestra seguridad compartida, incluida nuestra acción conjunta para abordar la plaga del fentanilo que ha matado a 100 mil estadounidenses, hasta ahora y cómo podemos abordar la migración irregular. Sobre todo estamos comprometidos sobre cómo lograr un mejor futuro que se base en la paz y prosperidad para todos nuestros pueblos".
Es decir, que mientras López Obrador hablaba de utopías bolivarianas, citando al libertador de América y de integrar una región económica continental a partir de "fortalecer la hermandad en el continente americano, respetar nuestras diferencias y nuestras soberanías y procurar que nadie se quede atrás y que juntos vayamos detrás de la bella utopía de la libertad, la igualdad y la verdadera democracia", Biden se iba a lo práctico y lo real: integrar pero cadenas productivas entre México, Estados Unidos y Canadá, combatir al narcotráfico, particularmente al fentanilo que está matando a los estadounidenses y enfrentar y resolver el problema de la migración ilegal.
Y sí, el Presidente de Estados Unidos también hablaba de ayudar al continente americano, pero no de utopías ni de hermandades, sino con programas concretos para impulsar el desarrollo con inversiones multimillonarias en infraestructura en la región: "Algo que pude hacer en el G7 fue lograr un acuerdo de que habría un proyecto de miles de millones de dólares de infraestructura para el hemisferio occidental, para Latinoamérica y para África. Hay mucho que podemos hacer; me siento confiado de que estamos en una coyuntura de cambio de verdad. El último cambio fundamental que ocurrió en la política global fue en la Segunda Guerra Mundial, y ahora estamos en una coyuntura distinta, estamos en un punto de inflexión: lo que hagamos en los próximos años va a cambiar cómo lucirá el mundo en las próximas décadas".
Y para dejar en claro que no le gustó el reclamo de que después de Kennedy ningún gobierno estadounidense invirtió en América Latina, Biden remarcó al final de su discurso: "Ahora bien, los Estados Unidos brinda más asistencia al exterior que cualquier otro país, todos juntos en todo el mundo, no solamente al hemisferio sino a todo el mundo; lamentablemente nuestra responsabilidad no termina en el hemisferio occidental, estamos en el centro de Europa, en Asia, en el Medio Oriente, en el sureste asiático, ojalá pudiéramos enfocarnos en solamente una región, pero nos enfocamos en múltiples regiones".
Tras el discurso de Biden, el canciller Marcelo Ebrard despidió a los medios de comunicación para dar paso al diálogo bilateral privado, en donde se abordarían los temas acordados previamente por los dos países. A reserva de lo que informen las dos naciones, cada una con su versión e interpretación de los posibles acuerdos y entendimientos, ayer quedó claro, en los discursos públicos de la reunión binacional, que por más que Biden haya aterrizado en el AIFA y haya dicho que le parece "un gran aeropuerto" para complacer al anfitrión; por más que López Obrador se subió a "La Bestia" y dialogado por más de una hora en privado y hasta le hayan explicado cómo funciona el auto superblindado, a la hora de exponer visiones, propuestas e intereses de cada país, los dos presidentes tienen distintas prioridades y siguen pareciendo lo que hace ya casi 40 años el periodista y escritor británico Alan Riding definió en su libro como "Vecinos distantes".
Ojalá las dos delegaciones, encabezadas del lado estadounidense por Antony Blinken y Alejandro Mayorkas y del lado mexicano por Marcelo Ebrard y Adán Augusto López, se entiendan mejor y aterricen los acuerdos reales que convengan a los dos países, lejos de los reproches, las utopías o las visiones de un Tío Sam que, además de asumirse policía del mundo, debe ir repartiendo dinero a todos los países.