La militarización de las Aduanas y el fracaso de Mollinedo
El sistema de Aduanas de México se convirtió en un verdadero galimatías para el gobierno de López Obrador. En cinco años lleva cinco directores y ninguno pudo resolver el grave problema de corrupción y contrabando que existe en el sistema aduanero del país que presenta fugas millonarias de ingresos fiscales para la administración federal, mientras esos millones van a dar a manos del crimen organizado, pero también de autoridades federales, estatales y hasta militares que hoy en día administran el millonario negocio de la corrupción aduanera.
Ni siquiera la entrada de la Secretaría de la Defensa Nacional, ordenada por el presidente el pasado 14 de abril, ha logrado terminar con el lucrativo negocio que significan las importaciones ilegales de todo tipo de mercancías que cruzan por los puestos fronterizos de México, especialmente los de la Frontera norte con los Estados Unidos, por donde ingresan ilegalmente al país y por la vía terrestre armas de todo tipo, gasolina, diesel y hasta turbosina de contrabando, y todo tipo de insumos industriales y mercancías que no son reportados, con el contubernio de las autoridades aduaneras y en algunos casos con el crimen organizado, o se reportan con contenidos falsos.
Por eso llamó la atención el pasado jueves el anuncio de la salida de Rafael Marín Mollinedo de la Agencia Nacional de Aduanas, y la llegada a la titularidad de ese cargo de un general retirado del Ejército Mexicano, Andrés Georges Foullon Van Lissum, un exsubsecretario de la Defensa, con una larga trayectoria militar, a quien el presidente manda a tratar de controlar lo que no pudieron sus cuatro antecesores: el negocio criminal y de corrupción que impera en todas las aduanas del país y que a principios de este mes le costó la vida al subadministrador de Operación Aduanera en Manzanillo, Colima, un civil que había llegado a hacerse cargo de ese importante puerto aduanero, tras la salida de los oficiales de la Secretaría de Marina.
La decisión del presidente, que con eso termina de militarizar el sistema aduanero y buena parte de su gobierno, tuvo que ver con el fracaso rotundo de su anterior director, Rafael Marín Mollinedo, un cercanísimo amigo del presidente a quien ahora mandará como representante de México ante la Organización Mundial de Comercio, aun cuando no reúne ni el perfil ni la experiencia para esa representación. Marín Mollinedo, a quien López Obrador le confió primero la creación del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, y antes la creación de Zonas Económicas Especiales, nunca pudo entenderse con los militares en el manejo de las aduanas tanto terrestres como marítimas, y tuvo fuertes diferencias con los funcionarios de la Sedena y de la Semar.
Pero, además, según fuentes internas de la Agencia aduanera, Marín Mollinedo enfrentó también fuertes presiones de grupos enquistados dentro de las aduanas que le responden todavía a uno de los primeros directores que ocupó ese cargo en la actual administración y que, a decir de los informantes, sigue tratando de influir y operar en varias aduanas importantes a través de los funcionarios a los que él designó comenzando el sexenio y que aún siguen en el sistema.
Y en medio de sus choques con el Ejército y con la Marina, con quienes tuvo serios desencuentros, a don Rafael se le terminó de complicar el panorama cuando recibió "amenazas directas y hasta de muerte" por parte de cárteles del narcotráfico que manejan jugosos negocios de contrabando en aduanas de las más importantes como Manzanillo, Nuevo Laredo y Reynosa, Tamaulipas. "Por eso él mismo le pidió su salida al presidente, asustado por las amenazas, y López Obrador intentó protegerlo mandándolo como embajador a la OMC", comentó una de las fuentes internas de la Agencia Nacional de Aduanas.
Eso explicaría por qué, sin mayor experiencia en el comercio internacional y también con una trayectoria limitada en el sector público, el presidente designó a su cercano Rafael Marín Mollinedo como representante de México ante el organismo del comercio mundial, luego de que durara apenas seis meses al frente del sistema aduanero nacional, donde claramente no pudo, ya no digamos con la corrupción que sigue imperando, sino ni siquiera logró coordinarse con los militares, a los que el presidente les ha dado un papel activo en el manejo de las aduanas, y mucho menos supo enfrentar al otro integrante fundamental de las aduanas mexicanas, que es el crimen organizado.
Será interesante ver si con la militarización completa que ha decidido el presidente, al designar al general André George Foullon, disminuye en algo la corrupción, que no ha bajado con la presencia del Ejército y la Marina ya desde hace meses en ese sistema, si bien la Agencia Aduanera ha reportado incrementos importantes en la recaudación federal por el pago de impuestos en las aduanas, que con todo y ese crecimiento todavía pierde, según cálculos extraoficiales que se manejan en el gobierno, cerca de 1 billón de pesos que se fugan por la corrupción y que serían cobrados por los distintos actores, desde funcionarios federales y estatales corruptos, hasta empresarios involucrados en el contrabando ilegal y, por supuesto, los grupos del narcotráfico que también se llevan una buena tajada de los multimillonarios ingresos ilegales que generan las aduanas mexicanas.