Resurge Trump con juicio y AMLO lo defiende
Lejos de verse afectado por el inicio de un proceso en su contra, tras las acusaciones por 34 presuntos delitos y su comparecencia histórica ante la Corte de Manhattan, Donald Trump parece haber agarrado un segundo aire en su intención de regresar a la Casa Blanca y, aun antes de que comience un juicio en su contra, el magnate levanta apoyos, aportaciones y respaldos no sólo entre sus simpatizantes estadounidenses, sino incluso en el Palacio Nacional, donde uno de sus admiradores más fervientes, el Presidente de México, ha emprendido una apasionada defensa de Trump a quien considera víctima de una "acusación política".
Van dos ocasiones en las últimas semanas en las que el presidente López Obrador insiste en comparar los delitos que le imputan a Trump en Nueva York, con el proceso de desafuero que él mismo sufrió en 2005 cuando como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, fue acusado de "desacato" ante un mandato del Poder Judicial y se le intentó procesar por instrucciones del entonces presidente Vicente Fox. Según el mandatario mexicano, que ya fue desmentido en una ocasión por la Casa Blanca, desde donde le dijeron el pasado 22 de marzo que "sus señalamientos son claramente falsos", al expresidente lo acusan en la Corte de Manhattan "porque quieren eliminarlo de la lucha presidencial", lo mismo que en su momento, afirma, quiso hacer Fox contra él.
Y si bien ambos casos podrían guardar cierta similitud, en cuanto a los tiempos en que se hacen las acusaciones, el contexto de cada acusación y cada país es completamente distinto. Porque si bien a López Obrador efectivamente podrían haberlo frenado con una acusación penal, como la que en su momento intentaron hacerle por no acatar y cumplir las órdenes de los jueces que lo obligaban a pagar una indemnización económica a los propietarios del predio El Encino, la Promotora Internacional Santa Fe, al haberse registrado irregularidades en la expropiación de ese terreno por parte del gobierno capitalino, en los hechos aquel intento por enjuiciarlo por no atender los fallos judiciales al final terminó beneficiándole cuando, hábilmente, el tabasqueño se hizo la víctima y concitó incluso manifestaciones en su contra.
Igual que en aquel proceso mexicano, del que emergió la figura de López Obrador como presidenciable para el 2006, ahora en Estados Unidos, las acusaciones contra Donald Trump están siendo estratégicamente aprovechadas por el expresidente y sus asesores para convertir el proceso judicial en su contra en la plataforma para declararse "víctima y perseguido del sistema" y a partir de ahí concitar los apoyos y simpatías de sus seguidores que, tan solo el pasado fin de semana, a partir del citatorio para que compareciera esta semana en Manhattan, habían realizado aportaciones económicas a las cuentas de campañas de Trump por 5 millones de dólares.
En lo que también se parecen los dos procesos, el de AMLO y el de Trump, es que ambos cometieron, efectivamente, violaciones a la ley y presuntos delitos, pero cuando vinieron las acusaciones judiciales, se hicieron las víctimas y supieron sacarle partida al intento de enjuiciarlos.
Pero a diferencia de lo que pasó en México en 2005, lo que sucede ahora entre la Justicia de Estados Unidos y Trump podría, si así lo decide el jurado en su momento, llevar a la cárcel al expresidente de Estados Unidos, pero eso no le impediría ser nominado como candidato del Partido Republicano a la Presidencia y tampoco evitaría que compitiera en las elecciones desde la cárcel y que, si llegara a ganar las votaciones, pudiera incluso ser declarado, por segunda ocasión como presidente de los Estados Unidos. Esa es la diferencia fundamental entre estos dos casos: mientras en el sistema mexicano las leyes penales y electorales sí le impiden a una persona acusada y procesada judicialmente competir por un cargo de elección, porque automáticamente pierde sus derechos políticos, en el sistema estadounidense esos derechos de votar y ser votado prevalecen aun cuando la persona esté sujeta a un juicio o incluso si es encontrada culpable.
Por eso es tan extraña la defensa apasionada que ha emprendido el Presidente de México hacia la figura de su amigo, a quien insiste en presentar como una víctima, cuando en realidad Trump se está beneficiando de las acusaciones en su contra que, prácticamente lo han vuelto a colocar como el candidato favorito para el Partido Republicano.
Así que no se entiende pues cuál es el afán ni cuál la obsesión que López Obrador tiene hacia Donald Trump, quien a pesar de haberlo amenazado, maltratado y vilipendiado antes, durante y después de su presidencia ("Nunca vi a nadie doblarse a la primera") y aun cuando se dedicó a denigrar y a atacar a los mexicanos durante sus cuatro años de gobierno y en su fallida segunda campaña presidencial, sigue siendo admirado, adorado y defendido por el Presidente de México, que claramente apuesta a una segunda presidencia de Trump. ¿Será masoquismo, complejo de inferioridad o simplemente ganas de provocar a la administración Biden?