El Presidente sordo y el país ensangrentado
La forma tan cruel e inhumana en que los cinco jóvenes de Lagos de Moreno, Jalisco, desaparecidos el pasado viernes, habrían sido asesinados y obligados por los narcotraficantes a pelear y a matarse entre ellos mismos, según videos que se viralizaron en las redes sociales, es un acto de violencia que horroriza y lastima a la sociedad mexicana. Si ya es difícil entender que un país esté matando y desapareciendo a su juventud ante la indolencia y complicidad de las autoridades y el Estado mexicano, resulta casi incomprensible por qué los criminales mexicanos se volvieron tan sádicos y son capaces de obligar a cinco amigos que crecieron juntos desde niños a golpearse unos a otros para que al final uno de ellos asesine y degüelle al resto de sus amigos.
El hecho que debiera conmocionar a toda la nación lamentablemente no será importante para un sector de la sociedad que, a fuerza de ver y oír todos los días de masacres, balaceras, desapariciones, secuestros, fosas clandestinas y aparición de cuerpos desmembrados en los lugares más insólitos, se ha acostumbrado a normalizar la violencia y que, con una total falta de empatía y solidaridad con las víctimas del narcotráfico y con sus familias, terminará diciendo: "Pues seguro esos muchachos andaban en malos pasos" o "algo hicieron para que los mataran de esa manera".
Y tratándose de la sociedad podría entenderse, aunque no justificarse, la falta de interés y de sensibilidad y solidaridad ante asesinatos tan crueles e inhumanos como los que, tristemente ocurren casi a diario durante los últimos 17 años en varios estados de la República; pero cuando se trata de las autoridades, sean estatales, municipales y federales, que se muestran insensibles e indolentes ante la tragedia que representa la muerte de cinco jóvenes, cuyas edades fluctuaban entre los 19 y los 21 años de edad, la actitud de esos gobernantes y servidores públicos termina siendo no sólo vergonzosa, inhumana y cruel, sino que raya en la negligencia criminal y el incumplimiento de su responsabilidad primaria y fundamental: la defensa de la seguridad, la integridad y la vida de cualquier ciudadano.
Por eso es tan penoso, triste e incomprensible lo que hizo ayer el presidente López Obrador, en el caso de estos cinco jóvenes desaparecidos y asesinados cruelmente en el municipio de Lagos de Moreno. Para López Obrador, el momento en el que los reporteros que cubren su mañanera le pidieron a gritos que les diera una opinión sobre el caso de estos jóvenes, antes de que concluyera su conferencia, pasará a ser uno de los momentos más vergonzosos de su sexenio. Porque en vez de contestar o simplemente decir que no haría comentarios en un caso que está conmocionando por su nivel de crueldad y violencia, el Presidente de todos los mexicanos se hizo el que no escuchaba y terminó contando un chiste sobre personas sordas, para luego retirarse sonriendo y sin responder sobre la desaparición y muerte de los cinco jóvenes laguenses.
¿No le merecen al mandatario nacional, como responsable de la seguridad federal y del combate a la violencia del narcotráfico, al menos unas palabras, condolencias o algún tipo de mensaje a los familiares de esos jóvenes ante el horror y la crueldad con el que habrían sido primero desaparecidos y luego asesinados? Es claro que, al tratarse de una acción claramente de la delincuencia organizada y muy probablemente del Cártel Jalisco Nueva Generación, que domina y controla Lagos de Moreno y toda la zona de Los Altos de Jalisco, hay competencia federal, más allá de que las investigaciones las esté realizando en este momento la Fiscalía jalisciense. ¿Y entonces? ¿Por qué ignora el tema el presidente y encima se burla del dolor de las familias haciendo un chiste en lugar de encarar el tema y asumir su papel de jefe de Estado?
Porque hasta ahora, la Fiscalía General de la República, con su fiscal siempre ausente, Alejandro Gertz Manero, ni siquiera se ha pronunciado sobre el múltiple asesinato brutal y sobre su responsabilidad en el delito federal del narcotráfico como la parte ejecutora de un secuestro y un crimen tan atroz e inhumano en contra de esos jóvenes. Ayer el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, se refirió en sus redes sociales al silencio negligente de las autoridades federales que ni siquiera se han acercado a ofrecer ayuda a su gobierno en las investigaciones de este caso: "Aunque estamos ante un hecho evidentemente vinculado a la delincuencia organizada, que es un asunto de competencia federal, nosotros vamos a seguir haciendo lo que nos toca. Espero que la Fiscalía General de la República y el Gobierno federal hagan lo propio ante un hecho que ha lastimado profundamente a Jalisco".
Lamentamos informarle al Gobernador y a todos los laguenses, jaliscienses y mexicanos, que en la FGR no están interesados en investigar crímenes tan atroces de los narcotraficantes y criminales, porque están ocupados en las investigaciones políticas contra opositores y personajes corruptos a los que nomás no pueden terminar de procesar -eso cuando no se dedican a atender las venganzas personales del Fiscal- mientras que el presidente López Obrador perdió la audición y ya no escucha, y al parecer tampoco ve la violencia criminal que está ensangrentando al país.
Quién iba a decir que Andrés Manuel, que tanto odiaba a su némesis Carlos Salinas de Gortari, terminaría igual que él aplicando la misma frase de "ni los veo ni los oigo", con que Salinas ignoraba a la oposición, pero López Obrador ignora, se burla y revictimiza a cientos de miles de mexicanos que están siendo asesinados de la manera más cruel y salvaje por sus respetados amigos del crimen organizado… Los dados mandan la primera Escalera de la semana. Subimos.