Un gobierno que compra refinerías, pero tira a la aviación

Un gobierno que compra refinerías, pero tira a la aviación, escribe Salvador García Soto en #SerpientesYEscaleras

A pesar de ser cliente  frecuente de las aerolíneas mexicanas, por las que viaja en vuelos comerciales desde que estaba en campaña y ahora en sus giras de cada semana como presidente, Andrés Manuel López Obrador y su gobierno fueron ayer reprobados en su función de garantizar y supervisar la seguridad aérea en el país.

El resultado de la auditoría de la Asociación Federal de Aviación de Estados Unidos (AFA) dictaminó que la administración mexicana, en concreto la SCT y su Dirección General de Aeronáutica

Civil, no garantizan las medidas de seguridad necesarias para el funcionamiento de la aviación civil en México, por lo que degradó el nivel del país a la categoría dos en seguridad en la aviación.

La grave decisión de la AFA, que ya se anticipaba desde la semana pasada, no califica necesariamente a las aerolíneas mexicanas y sus niveles de seguridad, que responden a estándares internacionales, pero sí evalúa la incapacidad e ineficiencia de las autoridades gubernamentales responsables de regular y supervisar la aeronáutica; aun así, el sólo anuncio del organismo estadounidense provocó una fuerte y repentina caída de hasta 5% en las acciones de los principales grupos aeroportuarios y de las aerolíneas mexicanas y tiró también a la Bolsa de Valores

hasta los 49 mil puntos.

Y mientras las empresas privadas recibían el golpe, después de 6 horas salió un comunicado donde se culpó de esta degradación a que “la revisión fue aplicada en octubre (2020) cuando la AFAC operaba apenas con una cuarta parte de su personal y en medio del importante rebrote de la pandemia”. No obstante que dicen haber atendido todas las recomendaciones de la AFA

estadounidense, reconocen que habrá afectaciones a las aerolíneas.

El problema es que, a pesar de las justificaciones y pretextos de la SCT y la AFAC y de su optimismo para una pronta recuperación de la calificación perdida, la degradación de la aviación mexicana ya empezó a tener costos económicos que pagarán las compañías aeroportuarias y de aviación, tanto en lo inmediato, como su caída de ayer en bolsa, como a mediano plazo porque no podrán avanzar ni ampliar en sus operaciones en una industria de aviación como la de Estados Unidos, que hoy está en plena recuperación tras la caída de la pandemia.

La paradoja es que apenas un día antes de esta caída para la aviación mexicana, el gobierno de López Obrador anunciaba, con bombo y platillo, su decisión de comprar la totalidad de las acciones de la refinería de petróleo Deer Park ubicada en Texas, y de la que Pemex ya era socio al 50% desde la época de Carlos Salinas de Gortari.

Poco se dijo de las pérdidas por más de 6 mil millones de dólares que reportó en 2019 y 2020 dicha refinería por reparaciones mayores o de que su costo de 596 millones de dólares, que

será pagado por un Pemex prácticamente en quiebra y con finanzas comprometidas, representa apenas 10% de lo que el gobierno federal hoy está destinando para construir la Refinería de Dos Bocas en Tabasco.

Pero al final ningún dato o consideración técnica importa, porque la decisión de salir a comprar una refinería no obedece a ninguna lógica práctica o de necesidades reales del país, sino a un mero capricho presidencial que decide invertir esos 596 millones de dólares en una refinería, cuando el país está en una crisis económica de la que aún no se recupera.

El Presidente descuida áreas estratégicas como la industria de la aviación y las comunicaciones, de la que dependen 1 millón de empleos para los mexicanos. ¿Dónde está el valor de gastar en una nueva refinería mientras se tira y se golpea por la ineptitud gubernamental a las empresas de aeropuertos y de aviación en el país?… Los dados mandan Serpiente.

Descendemos.