Que en un mismo equipo haya discrepancias no sólo es normal...
QUE EN un mismo equipo haya discrepancias no sólo es normal, sino hasta benéfico en tanto que fomenta el debate y la pluralidad de opiniones.
El problema con el gabinete de Andrés Manuel López Obrador es que las discrepancias… ¡son con él!
EL PRESIDENTE insiste en creer que el Gobierno es el show de un solo hombre.
Y lo malo es que ese hombre cree que sabe de todo.
Igualito a cuando Luis Echeverría decía:
“La política económica se decide en Los Pinos”, ahora en Palacio Nacional se decide la política económica, la energética, la aeronáutica, la forestal y hasta la ferroviaria.
El propio López Obrador ayer confesó que no sabe delegar.
ESO EXPLICA por qué la mayoría de los secretarios de Estado están de mero adorno, pues no tienen ni margen de maniobra ni recursos para hacer su trabajo; en tanto que los temas que le interesan al Presidente los opera él mismo a través de sus más cercanos.
Lo demás queda en el olvido o a la deriva.
TAL VEZ deberían explicarle al Presidente que cuando en un equipo todos se estresan, menos uno, es probable que ese uno sea el causante del estrés.
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EL HEROICO Cuerpo de Bomberos debería nombrar miembro honorario a Ricardo Monreal, pues resulta curioso cómo el senador tiene que salir a apagar los incendios que sus propios compañeros provocan.
YA SE SABE que en las bancadas nunca falta el imaginativo que se saca de la manga una propuesta de ley disparatada y espanta bobos y eso no es culpa de Monreal.
Pero, sin duda alguna, le resulta bastante conveniente tener tantas oportunidades de mostrarse como el conciliador y comprensivo, especialmente ante una Iniciativa Privada que ya no sabe por dónde le llegará el próximo golpe de la 4T.
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Y AL FINAL Gerardo Fernández Noroña se quedó con las ganas de ser presidente de San Lázaro.
Sería interesante saber si en la barrida que le pusieron algo tuvo que ver el discreto diálogo de la priista Dulce María Sauri y el coordinador del PT, Reginaldo Sandoval, luego de que se recibió el Segundo Informe de Gobierno.
Por lo pronto, las redes sociales no perdonan y al escandaloso legislador petista ya lo llaman “Fernández Lloroña”.
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ES CURIOSO: en la Cámara de Diputados andan presumiendo que el Presidente ya puede ser juzgado como cualquier otro ciudadano.
Si bien no se eliminó el fuero, sí se amplió el catálogo de delitos por los que se le puede procesar.
Ahora nomás falta convencer a ya saben quién de que él también tiene que cumplir las leyes.
Porque ya se vio con el caso de su spot evangélico que el Presidente considera “censura” lo que para el INE -y para cualquiera- es una clara violación al principio de laicidad que deben seguir las autoridades.
¿Qué diría Benito Juárez?
Ese prócer que es tan citado en los discursos y tan ignorado en los hechos.