¿Cómo celebraban los hermosillenses la Navidad hace 50 años?
HERMOSILLO, SON.- En épocas decembrinas del Hermosillo de hace 50 años había mayor énfasis en los sentimientos de comunidad y armonía entre los ciudadanos; el carácter religioso de la navidad prevalecía por encima del consumismo y lo material. Hoy la situación ha cambiado, considera Ignacio Lagarda Lagarda, Cronista Municipal de la ciudad.
El historiador compartió para EXPRESO un viaje al pasado, cuando el júbilo y las expectativas alrededor de estas fechas tenían una esencia distinta en la ciudad del Sol. Empezando por las postales navideñas, escritas por familiares y amigos a la distancia y que terminaban por adornar los árboles en los hogares, los cuales no eran ostentosos, si no sencillos y con pequeñas esferas, luces y otros detalles significativos.
Usualmente comerciantes, el gobierno e incluso el ejército participaban en colectas y actividades para las personas que necesitaran de apoyos, como el evento “La Navidad del Niño Pobre”. Instituciones privadas y públicas sin distingos se sumaban a los esfuerzos por beneficiar al prójimo. Todo estaba enfocado a los niños.
Los comercios promocionaban con cánticos y alusivos navideños; las tiendas colocaban en las banquetas y escaparates los vistosos regalos para los pequeños. Además, estaban los circos de juguetes en los lotes baldíos de la ciudad, como aquel entre Matamoros y Gastón Madrid.
Cuando se pudieron importar productos norteamericanos, llegaron lucecitas que se colocaban al frente de las casas. Los hermosillenses competían por decorar sus hogares y había sitios que sobresalían entre otros, como la Plaza de la Colonia Villa Satélite, o la casa del Señor Figueroa. Las iglesias y las empresas colocaban Nacimientos en los patios frontales a la vista de todos.
Tradicionales desfiles
Se despertaban los ánimos con el calor de la festividad, donde una empresa refresquera realizaba un desfile por las calles de Hermosillo, además del encendido del árbol gigantesco de la Plaza Alonso Vidal.
La tradición de las famosas posadas se efectuaba desde lo religioso: buscaban recrear las dos estaciones que recorrieron José y la Virgen de Guadalupe para traer al niño llamado Jesús. Implicaban requisitos como villancicos, cánticos y la tradicional piñata. Dulces y frutas se daban en una bolsa de estraza y se bebía un elaborado ponche de éstas últimas.
Tras la “Misa de gallo”, que se recitaba para celebrar la llegada de Jesús, las familias partían a sus casas a la medianoche, cuando el “niño dios” dejaba los juguetes por debajo del árbol, entre los que no podían faltar los de la marca mexicana “Lilí Ledy”.
Lagarda Lagarda tiene una mirada nostálgica, pues considera que los valores de estas fechas han perdido su significado y para muchas personas dejaron de ser importantes. Sin embargo, desde su trinchera como cronista del municipio, tiene presentes los recuerdos de esos años para compartirlos con quienes tienen interés de conocer parte de su historia.