El niño Carlitos cumple milagros a hermosillenses
Al interior del Panteón Yáñez, se encuentra la tumba del niño Carlitos, un lugar al que acuden cientos de hermosillenses con la esperanza de que este les conceda un milagro.
El cronista municipal, Ignacio Lagarda Lagarda, relató el origen de dicha leyenda, así como el trágico suceso que la acompaña.
“En 1940, un niño llamado Carlos Angulo se encontraba patinando el día 1 de enero alrededor del mercado municipal, estrenando los patines que Santa Claus le había traído. Aunque no está claro si se cayó y sufrió una lesión en la cabeza o si un vehículo lo atropelló, lamentablemente, ese niño perdió la vida”, detalló.
El historiador señaló que la madre del menor estaba tan devastada por la pérdida de su hijo que no tuvo la fuerza para asistir ni al sepelio ni a la funeraria.
El padre de Carlitos hizo una réplica del ataúd y lo colocó sobre la tumba de su hijo en el cementerio.
Finalmente, la madre aceptó visitar el recinto donde se encontraba su hijo y comenzó a ir regularmente para llorar su partida.
“Con el tiempo, alguien creó el culto a ese niño. Se cuenta que una persona le pidió que curara a su hijo enfermo y así fue, a partir de ese momento, se forjó la leyenda de que el niño tenía el poder de conceder milagros y cumplir deseos”, explicó el cronista.
La fama del pequeño en el camposanto creció en la década de los años 60, y pronto comenzó una peregrinación de personas que acudían a su tumba para pedirle favores, especialmente aquellos relacionados con la salud de los niños.
“Como agradecimiento por los milagros cumplidos, los visitantes le llevaban obsequios, tales como juguetes, fotografías y comida, tantos que los panteoneros tienen que retirarlos porque no se ve la tumba de tantas ofrendas”, recordó.
Hasta la fecha, creyentes de esta historia asisten a la tumba de Carlitos, comúnmente cada 30 de abril, que se celebra el Día del Niño, así como en la víspera del Día de Muertos.