El Padre Lezama y su misión de ayudar no para ante el Covid-19
HERMOSILLO, SON.- Luego de preparar los alimentos en el comedor comunitario que atiende, el Padre José Gilberto Lezama Rodríguez sale a las vías del tren con salida a Nogales para repartirlos entre migrantes e indigentes que durante los últimos tiempos ven como su situación se ha ido agravando cada vez más.
Con la contingencia sanitaria generada por el Covid-19, la afluencia de migrantes es irregular, aseveró el sacertdote, dado que en un día pueden atender a un mínimo de 50 personas, y al otro, un máximo de 115, por lo que entre él y sus colaboradores, salen con 120 porciones de alimento por día para mitigar el hambre que queda tras errantes jornadas.
“Se han mezclado muchas situaciones donde varía mucho la percepción. Una es que es ha cambiado la política en México hacia los migrantes, pasó de ser protector a perseguidor de migrantes, en la percepción. Otra son las políticas que hay en Estados Unidos; ahorita le sumamos la cuestión del coronavirus, entonces ha influido y ha creado una inestabilidad en el proceso migratorio”, dijo.
Sin embargo, esto no implica que la migración, tanto interna como externa, ha disminuido, sino que se ha retrasado, consideró Lezama Rodríguez, pues las condiciones en sus estados o países ha variado, de manera que si no están llegando tanto migrantes a la frontera norte del país, no quiere decir que no se encuentren en la frontera sur.
“Sigue a lo mejor permaneciendo el flujo no masivo como antes, pero sí se sigue dando bajo las circunstancias en las que ellos pueden avanzar; tanto para avanzar como para quedarse se agrava el problema porque ya no hay un flujo tranquilo, aunado al coronavirus”, comentó.
En cuanto al flujo migratorio centroamericano, predominan aquellos que provienen, en primer lugar, de Honduras, en segundo de Guatemala, tercero de El Salvador y por último de Nicaragua, confirmó el Padre Lezama, aunque no cuentan con estadísticas exacta.
Añadió que entender este fenómeno es mucho más complicado de lo que parece, pues el razonamiento de gran parte de los migrantes operan bajo la consigna de “no tengo nada que perder, pero sí mucho que ganar”.
“La situación de ellos es que dicen: ‘a lo mejor salgo y no hago nada, pero el solo hecho de salir ya es un esfuerzo; a quedarme en mi localidad y no hacer nada. No cambio la situación económica a lo mejor, pero sí cambio mi cargo de consciencia de no hacer nada’; pasarán hambre pero al menos están haciendo algo”, explicó el párroco.