Voladores de Papantla mantienen su tradición en Hermosillo
Los Voladores de Papantla han conectado con el pueblo hermosillense desde hace más de 30 años; su ceremonia representa la fertilización de la tierra con relación a las cosecha y se ha posicionado como uno de los espectáculos más esperados de la ExpoGan, comentó el volador Andrés Contreras Salazar.
“Los voladores de Papantla somos patrimonio cultural de la humanidad y nos gusta salir a representar Veracruz a otros estados, al extranjero. Desde hace mucho tiempo, hace como 35 años, esto llegó a Hermosillo y desde la primera vez le gustó al pueblo de Hermosillo. Año con año venimos y ya hicimos tradición”, dijo el líder de la agrupación presente en la edición 2024 de la tradicional fiesta.
La ceremonia se centra en 5 voladores que suben a un poste, que puede medir entre 18 y 40 metros de altura: uno de ellos toca la flauta y el tambor y, el resto, descienden desde las alturas con una cuerda que les une al pilar.
“Es una ceremonia dedicada al dios de la lluvia, al Dios Tlaloc, que lleva sus lluvias para las tierras fértiles y que no le falte a las cosechas, a la madre tierra. A la hora de subir son 4 voladores y cada uno representa los elementos de la naturaleza (agua, tierra, fuego y aire) y cada punto cardinal. El que se sienta a tocar la flauta y el tambor hace la reverencia para Tlaloc. A la hora de descender, los voladores de Papantla representamos la caída de la lluvia y, al tocar el suelo es como si estuviéramos fertilizando la tierra”, explicó Contreras Salazar.
¿Cómo inician?
Para dominar la ceremonia y representarla ante el mundo, los niños y niñas interesadas pueden ingresar a la escuela de voladores ubicada en Papantla, Veracruz. Allí, actualmente se preparan entre 30 y 50 de ellos.
Esto, sin embargo, es nuevo en más de un sentido, pues en los tiempos previos a la fundación de la escuela el saber se compartía de generación y generación. Las niñas, además, no eran permitidas.
“Anteriormente se iniciaba de los 10, 12 o 15 años. Si tu tenías la voluntad lo hacías. Ahorita en esa escuela ya hay niñas que representan la cultura, esto nuevo porque años atrás no se permitía su participación”, compartió Andrés, y explicó que estas facilidades difieren de su historia personal.
“Yo aquí, en la ExpoGan ya llevo 12 años, hay algunos compañeros que este es su primer año. Yo aprendí porque me gustó, tenía como 15 años. Mi papá y mi abuelo, que en paz descanse, son voladores y yo quise seguir su cultura y sus raíces. Empecé de poco a poco y aquí andamos”, dijo y señaló que las familias son quienes más disfrutan de su ceremonia.
“Las familias, son las que más se acercan. Vienen y ya saben que estamos aquí, se acercan y nos dicen que les gusta nuestro vuelo. Yo siempre le recomiendo a los niños que si tienen el gusto, si les nace, que se unan, son bienvenidos, que aprendan algo de México”.
Andrés recuerda una historia que refleja el impacto que han tenido en los menores: “hace un año un niño de 8 años vio el vuelo de los voladores de Papantla y su familia lo llevó hasta allá porque que le interesó el vuelo y supieron de la escuela de niños voladores. Fue allá y se subió a un poste como de 3 metros”, narró complacido.
Este año Andrés llegó acompañado de cuatro jóvenes: Alejandro, Javier, Mauricio y Brandon. Todos ellos, como agrupación, mantienen un contrato con la ExpoGan que les permite costear sus viajes, gastos y ahorrar una suma para llevarla de vuelta a sus hogares. La ceremonia, al final, se ha tornado en un medio de sustento.
“Como todo trabajo tiene su riesgo, es parte de esto y hay que tener mucho cuidado al subir y bajar. Quiero invitar a la gente a que venga, son bienvenidos a ver nuestra presentación”.