Luchadora incansable: "No soy un cáncer, soy Glenda Beilis"

Glenda enfrenta desde hace cinco años cáncer de mama agresivo.
La enfermedad fortaleció lazos familiares y le permitió conocerse más profundamente. (Jesús Ballesteros)

En 2019, Glenda Beilis fue diagnosticada con el tipo de cáncer de mama más agresivo. Sin embargo, lejos de rendirse, encontró maneras de hacer una vida plena, que se refleja en su sonrisa.

Descubrió una red de apoyo que se convirtió en amistades y se unió a 'Yo te llevo a tu quimio', una iniciativa de personas solidarias que, de manera gratuita, ofrecen transporte a pacientes oncológicos para recibir su tratamiento.


Descubrió una red de apoyo que se convirtió en amistades y se unió a 'Yo te llevo a tu quimio', una iniciativa de personas solidarias que, de manera gratuita, ofrecen transporte a pacientes oncológicos para recibir su tratamiento.">

La enfermedad fortaleció sus lazos familiares y le permitió conocerse más profundamente, hasta el punto de que hoy expresa su mantra con claridad:

“No soy un cáncer, no soy un cabello, no soy unos pechos: yo soy Glenda Beilis, esta es mi vida y la voy a vivir”..
Glenda Beilis, en exclusiva para e Media..
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Pregunta: ¿Qué quisieras decirle a nuestra audiencia para comenzar a contar tu historia?

Respuesta: Lo primero que pienso, y lo que quiero que la audiencia sepa, es que hay vida después de un diagnóstico. Podemos seguir viviendo, disfrutando y realizándonos como personas, como mujeres, y la enfermedad es solo un diagnóstico. Ya una decide si lo supera, si lo enfrenta, lo lucha o si se deja vencer. Con nosotras, en Yo te llevo a tu quimio, hay sobrevivientes. Yo soy paciente oncológica todavía, y he decidido, desde hace cinco años, vivir mi vida. No soy un cáncer, no soy un cabello, no soy unos pechos: yo soy Glenda Beilis, y esta es mi vida, y la voy a vivir

P: ¿Cómo fue el momento en que recibiste el diagnóstico y cuánto tiempo ha pasado desde entonces?

R: Hace cinco años, en junio de 2019, fue la primera vez que me diagnosticaron cáncer de mama. Me operaron sin necesidad de extirparme los pechos, estuve un año y medio en tratamiento, tuve 17 quimioterapias, 40 sesiones de radioterapia, y a los seis meses de que me dieron de alta y me dijeron “ya te puedes ir a tu casa”, el cáncer regresó, en el mismo lugar, sobre la cicatriz. Volví a vivir la enfermedad, pero ahora con una mastectomía radical. 

P: ¿Qué hacías antes del diagnóstico y cómo te afectó?

R: El diagnóstico llegó en un momento en el que tal vez necesitaba una sacudida. Sentía que todo estaba bien: tengo un negocio de pastillas para adelgazar, otro con alberca y uno de aguas frescas, que pasé a mis hijos. Tenía a mis hijos, mi pareja, todo parecía bien, pero quizá no estaba haciendo las cosas tan bien. Esa sacudida la necesitaba, tanto yo como mi familia. El cáncer me ha enseñado mucho. No reniego ni me enojo, nunca he dicho “Dios mío, ¿por qué a mí?”. Me tocó la enfermedad por algo y la he vivido al máximo, la he disfrutado, aunque no es algo que se disfrute. A mí no me ha hecho sufrir como a muchas personas, y lo agradezco. Esto me tocó vivir y hay que vivirlo bien.

P: ¿Qué cambios notaste en ti, en tu familia y en tus amistades después de la enfermedad?

R: En mi familia nos unió más, aunque ya éramos unidos. Nos abrazamos más. En cuanto a las amistades, ahora tengo las que debo tener. Antes tenía muchos amigos, pero eran de fiesta o porque les servía para algo. Ahora soy más decidida en lo que hago, y eso no le gusta a mucha gente. Mi círculo cercano es mi familia, y me ha servido para saber quién está conmigo en las buenas y en las malas.

P: ¿Cómo surgió y se fortaleció tu red de apoyo?

R: Yo voy cada semana a atenderme a Estados Unidos. Mi red de apoyo se formó en un grupo. Alguien preguntó: “Oigan, Glenda necesita quien la lleve una vez a la semana a Tucson”. Mi mamá siempre me acompaña cuando tengo cita médica, pero es una vida muy pesada: todos los martes hay que ir y los miércoles tengo quimioterapia. Mi red se formó con personas que se apuntaron para llevarme a Tucson. Imagínate, dejar un día de trabajo, de estar con tus hijos, para acompañarme. Esa es la gente que te quiere, los que hacen algo por ti.

P: ¿Cómo llegaste a formar parte de Yo te llevo a tu quimio y cuál es tu rol en la iniciativa?

R: Comenzaron en febrero, creo. Empecé a ver la información que subían y a compartirla en mis páginas, donde ayudo a personas con la enfermedad. Un día vi que necesitaban más gente para hacer tras- lados y me comuniqué. Les expliqué que soy paciente oncológica y que no iba a ser muy activa, pero quería apoyar. Así se fue formando un grupo muy bonito. Nos reunimos una vez al mes, como un grupo de amigos, para conocernos mejor. Hemos ayudado no solo en traslados, también en funerales, cumpleaños, con alimentos, pañales, entre otras cosas.

P: ¿Sientes que has inspirado a otras personas? ¿Te has sentido inspirada por alguien?

R: Claro que sí. He aprendido mucho de otras personas. Soy una paciente no convencional, no sé mucho sobre mis medicamentos ni sobre la enfermedad, solo que tengo el triple negativo, que es el más agresivo, y que estoy en nivel 4, que es ya muy avanzado. Pero he aprendido mucho de otras personas y sé que también he sido inspiración para otros. Tengo un grupo de apoyo y hace poco organizamos un evento donde regalamos servicios de belleza y salud integral a muchas personas. Atendimos a 149 pacientes y sobrevivientes oncológicos, regalamos pelucas, hidrógeno molecular, limpiezas de oído, y a las sobrevivientes les hicimos cortes de cabello, pestañas, uñas… Las dejamos muy arregladas, y salieron todas muy contentas. Sé que he inspirado a otras mujeres a levantarse y seguir adelante. Yo veo la vida de manera diferente: nunca me vas a ver llorando, tirada en el suelo o quejándome. Vivo la vida al máximo, tanto que a veces se me olvida que tengo cáncer.

P: ¿Cómo manejas el hecho de no tener mucha información sobre tu caso?

R: Tener demasiada información me afecta mentalmente. Yo soy muy fuerte de mente, pero la única vez que tuve información caí en depresión durante dos semanas. No quería levantarme y me la pasaba pensando en lo peor. Desde entonces, pedí que no me dieran más detalles sobre mi condición. Le pedí al doctor que solo le dieran la información a mi mamá. Cuando me traté en Tucson, el doctor insistió en que necesitaba que yo tomara las decisiones, pero al recibir toda esa información caí en depresión. Saber qué tan grave era mi situación me afectó tanto que mis quimioterapias dejaron de ser efectivas.  

Mi cuerpo rechazaba el tratamiento porque yo estaba en negación. Llegué a preguntarme: “¿Por qué me está pasando esto?”. Incluso le llamé a mi mejor amiga, Margarita, y le dije, con tristeza, que estaba en depresión. A los pocos días volví a Tucson y le expliqué al doctor que no quería recibir más información. Ni siquiera cuando me dijeron que me quedaban meses de vida me vieron llorar. Firmé muchos papeles y mi hermana quedó encargada de recibir la información y tomar las decisiones. Así que sí, soy la paciente más neófita en el tema del cáncer.

P: ¿Cómo es tu día a día?

R: Ahorita ando de artista, pero normalmente me la paso en casa esperando a que mis hijos lleguen de la escuela. Tengo dos hijos, uno de 17 y otro de 14 años. Mi negocio lo manejo por teléfono, así que no necesito estar en la calle. Los domingos empiezo a sentir un poco de ansiedad porque sé que pronto tengo que cruzar de nuevo a Estados Unidos para mis citas. Estoy cansada de ir, pero es lo que me mantiene como estoy ahora. Mi vida es bastante normal, me dedico al negocio y trato de no salir al calor, ya que las quimioterapias me afectan mucho cuando hace calor. Pero si me invitas a una fiesta o a una reunión, ahí voy a estar, con mucho gusto.

P: ¿Algo más que quieras agregar?

R: Muchas gracias por la invitación. Quiero decirle a la gente que un diagnóstico a tiempo te salva la vida. El cáncer ya no es una sentencia de muerte como antes, cuando escuchabas la palabra y pensabas “ya me voy a morir”. Hay personas, mujeres, que llevan 20 años con la enfermedad y aquí siguen, enteras y fuertes. Si no fuera porque no tengo pelo, podrías verme en la calle y no te darías cuenta de que estoy enferma. El cáncer tiene solución si se trata a tiempo, tanto en hombres como en mujeres. Hay que cuidarse, valorarse y mirar por su vida. Para tener bien a tu familia y a tus hijos, primero tienes que estar bien tú, fuerte y saludable.